Ilustración de Josep Pulido. |
“Me preparé por lo menos las bases de la reunión de la
nación española y la catalana ya que Cataluña [sic] ha de acabar, y muy pronto,
por separarse del todo del Reino de España y constituirse en Estado
absolutamente independiente”, se lee en veloz caligrafía que Miguel de Unamuno
(1864-1936) tiró sobre las cuartillas amarillentas la Nochebuena de 1918,
destinadas a su amigo Manuel Azaña (1880-1940) (Peio H. de Riano).
El proyecto de Declaración de inicio constituyente de JxS i
CUP ha abierto la caja de los truenos en el Reino. La secesión no es posible en
el ordenamiento jurídico legal de la Constitución española. Tampoco es posible
que la ciudadanía de Cataluña pueda decidir sobre si la desea o no. Ni siquiera
qué fórmula política se quiere para Catalunya y en relación al actual Estado. Por
supuesto nada de república, ni catalana ni española.
Adjunto unos extractos de Borja de Riquer.
Esta contundente afirmación es de un sabio profesor
colombiano que actualmente es el director de docencia de una de las más
prestigiosas universidades de Medellín (…). Cuando manifesté mi sorpresa ante
una aseveración tan rotunda, él añadió que sostenía esta tesis después de haber
seguido desde hacía años las tensiones entre los catalanes y los gobernantes de
Madrid y haber comprobado cómo estos actuaban de igual manera que hace
doscientos años ante los criollos de Nueva Granada que gritaban “viva el rey y
muera el mal gobierno”. En Colombia, me decía, a principios del XIX no había
muchos independentistas pero sí un gran descontento por la política practicada
por los funcionarios españoles, y las quejas ante los virreyes y el gobierno de
Madrid no recibieron nunca la más mínima atención.
Esta continuada desatención, acompañada de un notable
desprecio hacia la gente de aquí, fue lo que hizo crecer los partidarios de la
independencia. (…)
Miguel de Unamuno. |
Estas ideas del amigo colombiano me recordaron las
reflexiones de Jaume Vicens Vives sobre la ausencia de cultura de pacto en los
gobernantes castellanos. (…)
Las comparaciones siempre son arriesgadas, y mucho más
cuando hay grandes diferencias en el tiempo histórico y en las mismas
situaciones políticas, sociales y territoriales. Ahora bien, la tesis del
colega colombiano coincide bastante con alguna de las reflexiones que yo mismo
me he hecho últimamente. Hoy no hay ninguna duda que en el Estado español
predomina un modelo político-económico claramente construido a partir de la
centralidad de Madrid. (…)
La actual triple crisis española –la económica, la de la
baja calidad democrática y la territorial– ha patentizado la ausencia de
hombres de Estado capaces de comprender la naturaleza real de los problemas y
abordarlos con valentía antes que se pudren y sea muy difícil resolverlos. Los
altos funcionarios, cuando hacen de gobernantes, no ven más allá de las leyes y
las ordenanzas y están acostumbrados al “ordeno y mando”. Incapaces de
arriesgarse ante situaciones de crisis, prefieren dejar pasar el tiempo,
creyendo que este lo acabará arreglando todo. No tienen sensibilidad política
para adaptarse a los cambios y las exigencias sociales. Para ellos, gobernar es
resistir y nada más. De seguir en estas actitudes cerradas y ciegas no hay duda
que estos altos funcionarios de Madrid que hacen de gobernantes también
conseguirán perder Catalunya. 29 octubre, 2015.
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