Gala Pin, concejal Ciutat Vella. F: Alvaro Monge. |
El aniversario del 15M coincide con el anuncio de pacto con
el PSC, la vieja casta que medra del sistema político. Son contradicciones que
van a hacer madurar el proyecto de las ciudades del cambio. Otro frente
importante es el del transporte de la ciudad y metropolitano, con el Metro en
lucha y nuevas convocatorias de cuatro días de paro a finales de mayo y primeros
de junio. El gran reto es sostener y ampliar el motor del cambio, actuar con
talante de frente amplio barcelonés entre todas las izquierdas, y resolver un
buen acuerdo en el Metro. Las asambleas EnComú movilizadas es el factor
decisivo. Por esto defiendo un Sí, crítico, lo cual es un Sí, cierto, al pacto
de BComú con el PSC. Un pacto necesario, aunque mucho mejor si fuera de frente
amplio con las cuatro fuerzas de izquierdas (ya se que la CUP y ERC no quieren),
cuya concreción da demasiada cancha a un PSC que ha modelado la especulación en
Barcelona, y con una metodología secretista de negociación que ha excluido la participación
del activismo de BComú.
Gala Pin da en el clavo con convicción: “Como sociedad y
como gobierno no podemos permitirnos perder la movilización”, “Uno de los
peligros que corremos es que, tras ganar algunas alcaldías, la conflictividad
en la calle disminuya”.
Entrevista de El Periódico. Del activismo a la institución.
Gala Pin: "Nos ven como un error democrático". Domingo, 15 de mayo
del 2016.
Gala Pin se enroló en la organización del 15-M en enero
del 2011 a través de Facebook. Tenía 29 años y estaba en el cogollo del
movimiento vecinal de la Barceloneta, paraba desahucios con Ada Colau y
monitorizaba las redes. Cinco años después es la encarnación de la nueva
política que reclamó aquellos días en plaza Catalunya.
¿Queda algo de aquella Gala Pin? Soy la misma Gala con
muchas capas más.
Muchas capas ¿y un corsé? El 15-M éramos más felices, y
no sé si, a veces, más útiles también.
Según la 'lógica Barrio Sésamo', si ahora está dentro no
está fuera. El sociólogo Niklas Luhmann afirmó que todo sistema tiene una
periferia. El dentro y el fuera no acaban de existir. Yo hablo de 'fork', que
en 'software' es la creación de un proyecto en una dirección distinta de la
principal tomando el código fuente del proyecto existente.
'El 'código fuente' era democratizar el espacio público. Y
es quien manda a la Urbana a echar a los manteros. Como representantes de
la institución debemos asegurarnos de que no damos un trato privilegiado a
nadie, pero también gestionar un espacio público que tiene muchos intereses. Sí
me mortifica el no poder explicar la complejidad de decisiones que se podría
presumir que eran difíciles de asumir por nosotros.
Pero, ¿en qué notamos la nueva política? En la
priorización de asuntos, como la vivienda y la educación. En la participación
en el proceso de planificación estratégica. Y en que ahora nadie tiene atajos
para llegar al gobierno. Ya no llaman al concejal de turno para mirar de cerrar
un negocio.
Lleva casi un año de edil. ¿Ha visto cosas dentro que no
creeríamos? Sí. Frustra ver que aquellos que han formado parte de la
política institucional desde hace años viven en otra realidad que la de la
gente común. Y nos hacen sentir que somos un error democrático, que la gente
votó mal y que cuando pase el 'error' las cosas se arreglarán. Y siento un
clasismo como nunca antes sentí. En un acto, un gran empresario vino y me dio
un beso en la frente. Jamás se lo habría dado a Sònia Recasens. Otro, con buena
intención, manifestó su interés por ver un gobierno de la 'banlieu'. Yo soy de
la Barceloneta.
Sus vecinos, camaradas de lucha, tampoco están muy
contentos. La gente con la que he luchado codo con codo, cuando se enojan,
a veces tienen razón. Es necesario que salgan a la calle. Como sociedad y como
gobierno no podemos permitirnos perder la movilización. Creo que ha llegado el
momento de reinventar el papel de los movimientos sociales.
¿Qué tipo de reinvención? Deberían encaminarse a
indicar aquellos aspectos que el gobierno no debe dejar de atender y a señalar
los poderes fácticos, élites que se consideran el sujeto de la ciudad y piensan
que el resto o no son sujetos de derecho o no tienen sus mismos derechos.
¿Y si lo hacen ustedes? Uno de los peligros que
corremos es que, tras ganar algunas alcaldías, la conflictividad en la calle
disminuya, en parte por confianza y en parte por la sensación de que ya han
venido unos que lo arreglarán. Nosotros no arreglamos si no hay ciudadanos en
la calle. Hay que romper con la idea de que el hecho de que hayamos llegado a
las instituciones es una evolución del 15-M y que no hay 15-M más allá. El
clima del 15-M tenía que ver con el empoderamiento ciudadano.
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