23/2/11

¡Que se callen coño!

El golpista de la Guardia Civil Antonio Tejero en leguaje cuartelero castizo, el 23 de febrero de hace treinta años, 1981, en la tribuna de las Cortes españolas.

Tejero no estaba solo. Mucha literatura hay, y quizás habrá, pero en estos casos solemnes, como puede ser también el asesinato del presidente de los USA J. F. Kennedy, un aluvión de intereses encubre los hechos reales.

La foto de Manuel Pérez Barriopedro (EFE) fue providencial. Quizás sin ella hasta hubiera evolucionado la noticia, los testimonios y la historia escrita, sin golpe. Como la leyenda de que no hubo movilización, a pesar de los contubernios y vergüenzas de los sacrosantos elefantes del PCE y del PSOE, o de que la democracia la salvó el rey. Tenemos la foto, pero han enterrado o manipulan la secuencia de la película.

Tejero y Armada estaban muy acompañados. Hubo LOAPA, Café autonómico para todos y cerrajón ante la realidad política vasca, catalana, gallega (y aparte de Canarias, Ceuta y melilla). Hubo Pactos de la Moncloa. Victoria después del socialismo del PSOE de Felipe González. Se inició un camino de disgregación de la extrema izquierda y la izquierda comunista casi sin retorno, visto el panorama yermo actual.

El golpe militar fracasó en parte (no hubo gobierno militar ni de concentración militar-civil sino elecciones con victoria PSOE) y triunfó en la otra parte (se cercenó el progreso en las libertades democráticas y se consolidó la hegemonía de una nueva oligarquía financiera-comercial). La transición de la dictadura a la monarquía parlamentaria se encauzó sin que llegasen las movilizaciones a la rebelión y revoluciones que vemos estos días en el Norte de África y Próximo Oriente.

Tejero y Armada, y todos sus compañeros de armas sublevados, están bien alimentados, considerados y pretenden emular a su añorado dictador Franco, muriéndose en la cama con todos los honores y posesiones. Los ministros previstos del gobierno de concentración de Armada, incluso el socialista y comunista, han gozado de todo el favor mediático e intelectual de la prensa y de sus partidos.

¿Y el rey? Habrá que esperar aún para que se desmorone la versión de su virtud y excelencia democrática. Por supuesto la anatomía de la sucesión de instantes espera a su autor, editor y director. El rey, los capitanes generales, los gobernadores civiles, y mucha más gente de poder real fáctico, estaban compinchados en diversos grados pero dudaron: No es que no estuvieran pringados, sino que dudaron de que Armada o Tejero, o ambos a la vez, tuvieran la capacidad de evitar algo más parecido a una ruptura política más que una transición severamente controlada por el poder económico, el político y el estatal postfranquista.

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