David Companyon. SinPermiso. 15/09/13. A las 72 horas de la
celebración de la Diada llegó la respuesta de Rajoy. Fiel a su estilo de no
abordar la cuestión de fondo y dar un rodeo a los problemas, ni nombra la
consulta que mayoritariamente exige la sociedad catalana sobre la relación
entre Catalunya y España. Ofrece “diálogo sin fecha de caducidad”, insinúa
salidas que pueden intuirse como “hablemos del pacto fiscal”: ¿cuál sería
el precio? Parece no haber entendido nada a ojos de la mayoría de los catalanes
que quieren algo que, en principio, se antojaría simple: democracia, poder
votar, decidir sobre como gobernar su vida.
La Carta de Rajoy, larga y reiterativa, parece una burla y
un desprecio a la movilización catalana. Los intentos desesperados del
presidente Mas, presionado por los poderes económicos para que llegue a algún
acuerdo con el gobierno del Estado, caen en saco roto. Rajoy se pone unas
orejeras y unos anteojos legales constitucionalistas totalmente opacos.
Rajoy dice que los límites son los de la Constitución. Eso
ya no sirve para el pueblo catalán y tampoco debería servir para el resto del
estado. Esa Constitución es la que, además de negar el derecho democrático a
decidir que se reivindica en Catalunya, consagra el pago de la deuda y los
intereses a los bancos por encima del derecho al trabajo, a la vivienda digna,
a una sanidad y una educación pública de calidad tras la reforma del artículo
135 por parte de PSOE y PP
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