De el Roto. |
Las Pensiones y la Reforma laboral se merecen toda la
atención y dedicación.
El factor social es fundamental, tanto para la gente
trabajadora como para el conjunto de la población. La ventaja radica en que lo
social y laboral afecta muy similar a la gente trabajadora del conjunto de
pueblos del Estado español. Además, se va viendo la necesidad de una
equiparación europea, en derechos, condiciones y ciudadanía, para posibilitar
ofrecer una alternativa a la crisis y a las políticas de recortes y destrucción
del trabajo.
Esta clave social vital queda bloqueada por las instituciones
políticas y los Estados de la Unión Europea (UE). Asimismo se atasca en las
inercias nacionales y locales de las actuales organizaciones sindicales y
políticas en Europa.
La disminución de soberanía económica y política de cada Estado
de la UE, disminuye la capacidad de control estatal y nacional, pero no acaba
de ser sustituido por una óptica social trabajadora europea. Las tendencias
nacional o plurinacionales dentro de cada Estado dificultan un cambio de
paradigma en verdaderas organizaciones y entidades trabajadoras de vertebración
europeas.
Ya hay unas interrelaciones europeas sindicalistas y de
partidos. Ahora bien, los programas y la acción aún está muy por atrás del plan
eurodestructor que despliega el poder financiero, industrial y comercial
europeo. Hay una orientación miserable reforzada con la consolidación del BCE y
Merkel en las recientes elecciones alemanas. Un plan alternativo debería
basarse en derechos sociales, laborales y democráticos de una ciudadanía de
nacionalidad europea que superara el mantra nacional patriótico de cada Estado
actual, o de los futuros que pugnan por hacerse un lugar en la sombra de esta
UE.
La izquierda, los sindicalismos, deberíamos ser más
atrevidos y tomar ejemplo de las experiencias y movilizaciones de éxito. Conviene
estudiarlas y adaptarlas a las necesidades sociales acuciantes.
Disponemos de experiencias de marchas europeas, las
propuestas de huelgas generales euroregionales propugnadas por Syriza, las
movilizaciones unitarias y unificadoras de las mareas y del 15 M, la huelga
indefinida de la docencia en las Islas Baleares (a pesar de la pequeña
dimensión insular).
En el Estado español hemos vivido recientemente el estallido
democrático de la movilización nacional con la "Via Catalana hacia la
independencia" (una cadena humana masiva e inmensa de 400 Km), con su
entidad de referencia la Asamblea Nacional Catalana (ANC).
Se ha formado la Cumbre social en Madrid y la Plataforma
contra los recortes en Cataluña. Hay el innovador sustrato del 15 M. ¿Cómo
podemos llenar de movimiento de base unitario estos embriones de lucha social
decisiva?
Quizás deberíamos contemplar trabajar por una Asamblea
Social Catalana y una Vía Social masiva que enlazara tanto lo social catalán
como español? ¿Podríamos seguir con una cadena humana social por Europa?
En Cataluña la movilización por el hecho nacional es tan
profunda -Via catalana, Consulta, Independencia, Nuevo Estado de Europa- que
necesitamos aprovecharla completamente para situar con todo el compromiso las
reivindicaciones y factor social.
En el Estado del Reino de España el eslabón débil de la
cadena es la Autonomía catalana.
El conjunto institucional y constitucional de pacto político
de la segunda restauración borbónica, con el bipartidismo instaurado, es el
elemento concreto existente que daña y destruye las condiciones de vida de la población
y rompe toda cohesión social, mientras fuerza una involución democrática y la
asfixia municipal.
Si hay en la actualidad un punto de ruptura en este Estado
coronado, está incluido en la movilización de la "Via catalana". La
realización de la Consulta es crucial. Una consecución de soberanía catalana
puede hacer estallar una Corona que niega las naciones y destruye al pueblo en
su mayoría trabajadora. Un proceso ciudadano que lleve a una República catalana
favorecería el progreso y situar una República española como alternativa
política.
El factor social catalán y español tiene todo a ganar y nada
que perder en que la crisis democrática estatal española y nacional catalana,
enterrase los instrumentos monárquicos estatales contra los pueblos.
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