La 6 ª Asamblea es cosa de todas y todos.
Hemos señalado que uno de los aspectos esenciales de la próxima Asamblea
Nacional era que fuera "la más participativa de toda la historia de EUiA",
tal como expresó en Joan Josep Nuet.
Añado que el éxito de esta asamblea está en
originar una ola de simpatía y compromiso que se impregne del espíritu y los
métodos asamblearios de dinámica de grupos y propuestas consensuadas de la
indignación 15M, ahora en las plazas descentralizadas, a la vez que entronque
en lo más profundo del movimiento sindicalista, por tanto adquiera la fuerza
desde las fábricas, mientras se nutre de los esfuerzos en todo el territorio y
en lo más profundo en los barrios, escuelas y universidades.
Lo fundamental es conseguir un destilado que
nos conduzca y nos permita elaborar y adoptar una orientación política emanada
del empoderamiento del segmento ciudadano, votante nuestro y del abstencionista
crítico, de las personas activistas simpatizantes y amigas, de todas aquellas
que han asumido el compromiso de la afiliación, y sobre todo, de un cambio
profundo de nuestras asambleas territoriales y coordinaciones.
La crisis económica, los cambios políticos con
el predominio del PP y CiU, el final interruptus de la experiencia de la
Generalitat de las izquierdas tripartitas, el desencanto y la indignación con
"los políticos" "sus privilegios", y en "le llaman
democracia pero no lo es ", son el contexto en que nos movemos. Le hemos
de añadir que EUiA se queda lánguida en pluralidad, demasiado timorata hacia
los nuevos movimientos de la gente joven, no ofrece coherencia y ha perdido
hace tiempo la credibilidad como movimiento novedoso para construir alternativa
de izquierdas.
EUiA nació hace trece años con el espíritu y
la ilusión de levantar un movimiento de frente de izquierdas. Esta motivación
que nos llevó a confluir hoy en día debe emerger de tres segmentos bien
definidos: la juventud indignada del 15M de las plazas asamblearias, del
sindicalismo resistente y combativo-tanto mayoritario como minoritario, pero en
todos los casos unitario-, y de la juventud independentista que hace de la
causa de la libertad nacional su expectativa de ruptura política y social.
Hace trece años las Asambleas Nacionales
nacieron para hacerlas cada dos años. El aplazamiento a tres y cuatro años ha
supuesto un mimetismo con el tiempo de los ciclos electorales, pero sobre todo
ha mostrado que la dirección política languidece, se agota y queda amortizada,
amortiguando la voz propia ante los acontecimientos.
Los cambios políticos necesitan otros ritmos,
y los equipos de dirección deben seguir el ritmo ciudadano social en vez del
electoral impuesto por una gran deficiencia democrática.
A veces se centra la importancia de los
cambios en las personas, pero hay que tener una visión más completa y de
conjunto. El principal cambio actual es que la orientación y la dirección
política vaya de la adaptación institucional, expresada en una dirección
política parlamentaria pero también en muchos casos municipalista, al arraigo
en la base del tejido social.
En vez de trucos parlamentaristas y
burocráticos, opacos y unilaterales, se necesita apertura y confluencia, luz y
taquígrafos, transparencia y libertad de opiniones, acuerdos compartidos,
participativos, en diálogo y consenso.
Para la Asamblea necesitamos un cambio de
rumbo en la orientación política, cambio de formas, cambio en equipos
colegiados hasta la misma coordinación, cambio en la coalición. Es tiempo de
participar y compartir, dialogar y consensuar.
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