La conciencia de que se estaba siendo protagonista llevaba a los oradores a plantear que "Estamos haciendo historia". Para corroborarlo la plaza de Cataluña estallaba en aplausos.
La juventud, en su representación ciudadana movilizada en las plazas, intenta buscar sus propuestas, sus perspectivas, su manera de irrumpir y de modelar esta sociedad, indignada de los poderes imperantes.
Una impresionante asamblea en el centro de la Plaza Cataluña llena de gente sentada y a pie en los aledaños, es un éxito que abre perspectivas novedosas y prometedoras a la lucha. Le precedió una cacerolada de hora y media, de 8.000 personas según la Guardia Urbana.
La juventud se rebela contra las nefastas consecuencias de una crisis potente inherente al sistema capitalista. Cuando esta ciudadanía que conquista su mayoría de edad política se expresa radical contra los políticos y los banqueros, los revolucionarios lo entendemos y traducimos "contra el poder económico financiero y el poder político existente".
Es un paso intermedio a plantearse la necesidad de una revolución política y además social. En un siguiente paso quizás se pueda deducir que el sistema social capitalista se condena a sí mismo, que es necesario destruir su estructura política, instituciones y el perfeccionado sistema de dominio y opresión que es el Estado burgués.
El aldabonazo de esta rebelión juvenil se aboca al reto de continuar el Movimiento 15M, lo cual obliga a construirlo, a organizarlo, a establecer unos presupuestos políticos concretos que convivan con la pluralidad ideológica y social de forma realmente democrática participativa sin manipulaciones de quienes siempre están con la idea de pescar en río revuelto. El reto está en conseguir la confluencia y unidad entre juventud, ciudadanía y clase trabajadora.
Una parte de la extrema izquierda anticapitalista pone voz al movimiento aunque está lastrada por un curioso pecado original. Para adaptarse al movimiento (anti partido, anti sindical, anti sistema difuso) estas organizaciones aplauden y acrecientan el ataque "a los políticos y a los partidos", concilian y se diluyen escondiéndose ante las andanadas contra el voto, pero no consiguen proponer unas propuestas de programa que vayan un poco más lejos que las de Izquierda Unida. En cambio pretenden construir proyectos que son de partido, y para mayor contradicción se presentan en las elecciones y llaman a votarles. ¿Cómo puede construirse una organización que aplaude el voto en blanco y elude la abstención en la plaza, mientras llama a que se le vote en la otra esquina? ¿Cómo se puede construir una organización política, cuando se defiende "que todos los partidos son iguales", "que se vayan todos", y no se señala quienes han de venir? ¿Cómo se puede construir una organización o un movimiento sólido que golpee en concreto a día de hoy, y fuerce a cambiar y conseguir las necesidades vitales sin una incorporación a fondo del movimiento obrero y sindicalista?
Es de señalar gratamente que las propuestas de programa que se desgranan en las comisiones de contenidos y de elaboración, al menos en Sol y en Cataluña, son en su inmensa mayoría y en las decisivas como dos gotas de agua parecidas a las que dispone IU, EUiA y EBB. Otra cuestión significativa es que el fondo de las reivindicaciones, en las intervenciones de la mayoría de jóvenes, está en función de la legalidad y la situación social vigente. Esto no impide que de avanzar en muchas de las reivindicaciones sería un boquete importante al sistema político.
La alternativa está en los procesos, acciones, movimientos unitarios en torno a la clase trabajadora, el sindicalismo, la izquierda transformadora con todas sus contradicciones que genera estar en gobiernos que no se atreven a movilizar a la ciudadanía ante los poderes reales, la izquierda revolucionaria y la extrema izquierda. La alternativa, la posible actual y la revolucionaria cuando sea posible, surgirá de los movimientos sociales, sindicales, de las rebeliones juveniles y revueltas y huelgas trabajadoras, y de las izquierdas actuales.
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