4/1/13

Unos y otros quizás no quieren ver que Cataluña ha cambiado



Josep Ramoneda ataca el problema de raíz en su diagnóstico. El valor es tomar nota y empezar a plantearse al cuestión tal cual es.  No es necesario compartir sus postulados, tampoco avanza perspectivas. En cambio al señalar que "la política catalana ha entrado en una fase de mutación acelerada" da pie a que podamos avanzar en la necesidad de una nueva referencia de la izquierda catalana.
Esa mutación a de ser a una Cataluña libre y social.
Ver en unos extractos y completo en Mayoría soberanista ycivismo burgués.Los acontecimientos se suceden con mayor coherencia que las interpretaciones que se construyen sobre ellos. El 11-S hubo una manifestación en Cataluña que demostró que el eje del catalanismo se estaba desplazando hacia la independencia. Artur Mas se puso al frente de la movilización y generó una expectativa en torno a su liderazgo que después los hechos desmintieron. Los resultados electorales expresaron exactamente lo mismo que la manifestación del 11-S: el voto catalanista se desplazó hacia la independencia, con premio para quien más genuinamente la encarna, Esquerra Republicana. Ahora, como consecuencia de esos resultados, se cierra un pacto de legislatura entre CiU y ERC. Dicho de otro modo, se formaliza la mayoría soberanista que surgió de las urnas. Artur Mas había apostado su cargo al referéndum, hacer marcha atrás en esta cuestión equivalía a irse a casa. El estado catatónico del PSC hacia prácticamente imposible una combinación tripartita con CiU y con ERC. La reconciliación con el PP después de la batalla electoral habría sido un escarnio. ERC tenía la llave y ha jugado bien sus cartas.
Pero quizás lo más novedoso es el desconcierto que la evolución de CiU está generando dentro y fuera de Cataluña (y dentro de la propia coalición, como Durán Lleida demuestra a diario). Los gobernantes españoles, los actuales y los pasados, se resisten a creer que CiU deje de ser el partido de orden que, más allá del ruido nacionalista, garantizaba que en Cataluña todo estuviera bajo control. Y el poder económico se resiste a aceptar que CiU tenga veleidades que la alejan del papel de garante del statu quo que siempre se le atribuyó. Política y dinero se resisten a creer que CiU salga de esta vía sin descarrilar. Y también muchos de sus votantes. Unos y otros quizás no quieren ver que Cataluña ha cambiado y que ERC, que ya fue la ganadora estratégica del tripartito, porque fue entonces cuando se normalizó la propuesta independentista, es ahora la beneficiaria del fallido golpe electoral de Artur Mas. La política catalana ha entrado en una fase de mutación acelerada. Por eso nadie sabe cuánto durará este Gobierno ni cómo será el panorama político catalán dentro de dos años.

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