Josep Ramoneda ataca el
problema de raíz en su diagnóstico. El valor es tomar nota y empezar a plantearse
al cuestión tal cual es. No es necesario
compartir sus postulados, tampoco avanza perspectivas. En cambio al señalar que
"la política catalana ha entrado en una fase de mutación acelerada"
da pie a que podamos avanzar en la necesidad de una nueva referencia de la
izquierda catalana.
Esa mutación a de ser a una Cataluña libre y social.
Ver en unos extractos y completo en Mayoría soberanista ycivismo burgués.Los acontecimientos se suceden con mayor coherencia que las
interpretaciones que se construyen sobre ellos. El 11-S hubo una manifestación
en Cataluña que demostró que el eje del catalanismo se estaba desplazando hacia
la independencia. Artur Mas se puso al frente de la movilización y generó una
expectativa en torno a su liderazgo que después los hechos desmintieron. Los
resultados electorales expresaron exactamente lo mismo que la manifestación del
11-S: el voto catalanista se desplazó hacia la independencia, con premio para
quien más genuinamente la encarna, Esquerra Republicana. Ahora, como
consecuencia de esos resultados, se cierra un pacto de legislatura entre CiU y
ERC. Dicho de otro modo, se formaliza la mayoría soberanista que surgió de las
urnas. Artur Mas había apostado su cargo al referéndum, hacer marcha atrás en
esta cuestión equivalía a irse a casa. El estado catatónico del PSC hacia
prácticamente imposible una combinación tripartita con CiU y con ERC. La
reconciliación con el PP después de la batalla electoral habría sido un
escarnio. ERC tenía la llave y ha jugado bien sus cartas.
Pero quizás lo más novedoso es el desconcierto que la
evolución de CiU está generando dentro y fuera de Cataluña (y dentro de la
propia coalición, como Durán Lleida demuestra a diario). Los gobernantes
españoles, los actuales y los pasados, se resisten a creer que CiU deje de ser
el partido de orden que, más allá del ruido nacionalista, garantizaba que en
Cataluña todo estuviera bajo control. Y el poder económico se resiste a aceptar
que CiU tenga veleidades que la alejan del papel de garante del statu quo que
siempre se le atribuyó. Política y dinero se resisten a creer que CiU salga de
esta vía sin descarrilar. Y también muchos de sus votantes. Unos y otros quizás
no quieren ver que Cataluña ha cambiado y que ERC, que ya fue la ganadora
estratégica del tripartito, porque fue entonces cuando se normalizó la
propuesta independentista, es ahora la beneficiaria del fallido golpe electoral
de Artur Mas. La política catalana ha entrado en una fase de mutación
acelerada. Por eso nadie sabe cuánto durará este Gobierno ni cómo será el
panorama político catalán dentro de dos años.
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