De la Carta de La Aurora. Quizás es elmomento de decir basta. Algo huele a podrido en el PP. Y en el partido de Durán Lleida. Huele fatal el ático del presidente de la Comunidad de Madrid. Y CiU que se financiaba a través del Palau de la Música. O el socialista alcalde de Sabadell. Rodrigo Rato que hunde Bankia y lo contrata Telefónica, empresa que él privatizo. El ex -presidente de la patronal está en prisión. No huele mejor la Monarquía. De hecho, todo huele a podrido.
No es un hecho más, es la acumulación que
colma el vaso, el agotamiento de un régimen enfrentado a las necesidades de la
mayoría de la población empobrecida por la crisis, a los conflictos nacionales
y autonómicos y al hartazgo de que unos cuantos manejen los hilos de la
economía y de la política para provecho propio. Porque la corrupción
generalizada no es cosa de unos pocos desalmados sino una de las
características de las clases dirigentes de este país, que consideran su
derecho expoliar lo público, esquilmar el Estado, aprovecharse del país entero
para su beneficio particular. Existe una estrecha relación entre ese afán de la
clase dirigente y las políticas de austeridad, de privatización de hospitales o
de ataques a la educación pública.
Esta democracia está completamente
debilitada. Quien gobierna hace lo contrario de lo que prometió. La corrupción campa
por sus anchas, pero nadie paga sus culpas. Para regenerar la vida política y social no es
suficiente poner algunos parches, prometer que habrá más controles o que se
tomarán ciertas medidas que nunca llegan, o llegan demasiado tarde (16 años
necesitó la justicia para cerrar el caso del partido de Durán Lleida). Ya no es
creíble que los mismos partidos que amparan la corrupción cambien las reglas
del juego. Hay que dar un vuelco. El olor de la corrupción hace insoportable la
situación.
El actual régimen está agotado. Hay que
buscar los medios y las vías para una regeneración real y efectiva de la vida
política y social, de las libertades y los derechos de la mayoría. Y si eso
significa cambiar el régimen político de la Monarquía, pues habrá
que dedicarse a ello. Las alternativas no se improvisan, necesitan
confluencias, unidad y amplias mayorías sociales, y tienen que estar presentes
cuando el sentir mayoritario de la población exige romper con el pasado y abrir
una perspectiva de cambio, contra la corrupción y la crisis social y política. 22 de enero de 2013.
Intervención en Mali. Otra vez tropas de
un país imperialista intervienen en un país africano. Como siempre para salvar
sus negocios. Francia controla el algodón, las comunicaciones, las grandes
propiedades agrícolas, el uranio tan necesario para la industria nuclear… El
gobierno corrupto de Mali, apoyado por París, está en quiebra política y
social. De ese caldo de cultivo, más la crisis libia, obtiene apoyo el
fundamentalismo islámico. Esa es la excusa. Rechazamos la intervención.
Apoyamos a las fuerzas democráticas y progresistas que luchan por un Mali y un
África libre de la presencia imperialista.
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