La profundidad de la crisis nos lleva a debatir sobre la
necesidad de cómo hacerle frente, tanto en la Autonomía de Cataluña como en el Estado.
Las propuestas y las alianzas forman parte de la lucha en la
calle. En Cataluña hay la Plataforma contra los recortes, Entidades y
organismos sociales y cívicos, como el 15 M, que se plantean sobre qué bases y
cómo reunir el máximo de fuerzas. La última manifestación que agrupó al Foro
Social Catalán y la plataforma contra los recortes muestra la tendencia
unitaria. En el Estado son los sindicatos que están haciendo movimientos para
confluir en una plataforma estatal en defensa de los servicios públicos, con
una composición social, política y ciudadana.
Cuando se trata la idea de un frente amplio en el que pueda
participar todas las clases y segmentos sociales necesitamos plantearnos el
tipo de propuestas y objetivos a defender, las componentes sociales que
formarán parte, y qué sector social imprimirá el liderazgo.
Los conceptos de pueblo y popular con los que se adjetiva el
tipo de iniciativa o frente, incluso las referencias al catalanismo popular, o
la idea que se usa cada vez más sobre defender la cohesión social, son
expresiones muy confusas respecto a quien le corresponde movilizarse, y a qué
segmento social le corresponde el liderazgo.
¿Con qué segmentos sociales conviene aliarse en contra los
recortes, los destrozos y la involución, social y política, que se impone desde
los centros de poder UE y desde los gobiernos español y catalán, que actúan de
ejecutores de los intereses del capital financiero europeo, español y catalán?
Podemos convenir que todos los sectores sociales golpeados pueden formar parte
de un bloque. Para la izquierda que quiere construir una alternativa política y
social es tan importante detectar y fomentar la posibilidad de un bloque, como
el de diferenciarse nítidamente de sus componentes, por lo tanto en qué
segmento social debe pivotar las reivindicaciones, la movilización y el
liderazgo. Los segmentos o clases que lideren serán quienes determinarán hasta
dónde puede ir la lucha y qué alternativa se podrá construir. No sea que se
vuelva a reproducir, a pesar de la situación tan diferente, lo que sucedió
cuando la transición del franquismo a la monarquía parlamentaria. O como a la
Asamblea de Cataluña de los años 70 le sucedió un largo liderazgo y hegemonía
popular catalana por parte de la burguesía expresada en CiU, con un Estatuto de
Autonomía que cerró el paso al derecho de autodeterminación.
Todo tipo de frente en Cataluña debe pasar por una
diferenciación política clara y firme del liderazgo nacional de CiU. El
enfrentamiento con el Estado y con las políticas del gobierno estatal español
no pueden llevar a la izquierda alternativa y transformadora catalana a hacer
ningún tipo de alianza que permita el liderazgo político de CiU y subsuma a la
mayoritaria componente trabajadora. Ni con el Pacto Fiscal o el Concierto
económico, ni en la lengua, ni en el necesario derecho a decidir, con el debate
sobre el Estado propio y el tipo de relación con el Estado español, más o menos
federal, confederal, o
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