El grito del ejército mercenario almogávar, "Desperta
ferro!" (¡Despierta hierro!), aterraba las conquistas mediterráneas. Los
almogávares tenían fama de feroces y sanguinarios, golpeaban sus armaduras y
escudos para entrar en combate, darse moral y hacer temblar al enemigo,
saqueaban y violaban sin piedad.
Ahora pasamos de la tragedia guerrera a la comedia
vodevilesca del rapiñar mendicante. La burguesía catalana y sus siervos emplean
una combinación grotesca y amenazante, con el estandarte de la libertad
nacional y la independencia, como un espantajo para atemorizar a sus homónimos
del gobierno español. ¡Madrid! Como si allí la gente llevara cola y cuernos y
aquí todo fueran mimos, o como si la naturaleza de la clase dominante española
fuera muy diferente de la catalana en lo que se refiere a la explotación de sus
respectivos pueblos.
El presidente Mas es el personaje que vota en la urna del
barrio por la independencia, mientras al mismo tiempo impide que se tramite la
consulta soberana por parte de la Mesa del Parlamento. Mas ha clamado con lo de
"Despierta independencia!" por la entrevista con el presidente del
gobierno español, Rajoy, es decir por el abrazo del oso, PP.
La libertad de Cataluña, los derechos nacionales con la
posibilidad de Estado propio y también de la independencia, no es un objetivo
para la burguesía catalana ni para CiU, sino una bandera como moneda de cambio
para la rapiña y los negocios de un reducido segmento como es el de la gente
poderosa catalana. CiU sigue la tradición de los comerciantes pactistas tras la
promulgación de los decretos de Nueva Planta (1714) por parte de la monarquía
borbónica. La sumisión de los Estados de la corona de Aragón (Aragón, Cataluña
y Valencia) se compensó al permitir el comercio con las Indias (América) hasta
entonces reservado en exclusiva al Reino de Castilla y León. Después la
tradición pasa por los pactos de protección arancelaria. Con La liga de Cambó
nos encontramos poniendo los fondos financieros catalanes al servicio de la
divina cruzada del general Franco. Los próceres de Cataluña piden, ponen dinero
del pueblo para el Estado, y se cobijan con las armas del Estado español.
Después hacen llamamientos y se lamentan, eso sí en catalán.
Rajoy y Mas han sellado una nueva etapa colaboracionista, de
apoyo y dependencia de CiU al PP, del gobierno autonómico de la Generalitat
catalana al gobierno del Estado español. Entre las necesidades de la población
catalana, sociales y de libertad, CiU elige con ojos cerrados al gobierno y el
estado español.
Pleno apoyo de Mas en la reforma laboral, esta es la
realidad. Recortes y austeridad (para el pueblo) a raudales. Mientras, con un por
favor con la boca pequeña, se mendiga migajas de los impuestos y las
inversiones para un Pacto Fiscal y un Concierto económico con el que CiU
pretende enterrar la demanda popular ciudadana masiva del "Somos una
nación" "Nosotros decidimos".
Ya pueden salir las bandas musicales, las gralles, los
castellers, las sardanas, ya harán sonar incluso la hermosa y emotiva Sibila,
lo que sea necesario para difuminar el pacto de supeditación al PP. CiU marca
la estrategia sea con el Pacto Fiscal, sea con los agravios con el gobierno
estatal, por lo que impone su liderazgo hegemónico en la derecha, los segmentos
intermedios y también a la izquierda.
Para construir una izquierda alternativa debemos separarnos bien diferenciados de las propuestas, de la agenda y los agravios de CiU. No somos neutrales entre confrontaciones burguesas pero desde un liderazgo diferenciado. Para levantar un liderazgo coherente de izquierdas con las demandas catalanas, las sociales contra los recortes y las democráticas sobre la libertad nacional, incluidas las del Estado propio y la independencia, necesitamos separar las banderas en el Parlamento, para llevar en cambio la unidad ciudadana en el terreno de la conciencia política desde la movilización popular.
Para construir una izquierda alternativa debemos separarnos bien diferenciados de las propuestas, de la agenda y los agravios de CiU. No somos neutrales entre confrontaciones burguesas pero desde un liderazgo diferenciado. Para levantar un liderazgo coherente de izquierdas con las demandas catalanas, las sociales contra los recortes y las democráticas sobre la libertad nacional, incluidas las del Estado propio y la independencia, necesitamos separar las banderas en el Parlamento, para llevar en cambio la unidad ciudadana en el terreno de la conciencia política desde la movilización popular.
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