David
Compayon Costa, Francesc Matas
Salla, Josep
Ferrer Llop. en SinPermiso.
7/9/2014
En este 11 de septiembre
el desafío es
que la movilización sea tan importante que
se convierta en una señal indeleble y firme que
la Generalitat y el presidente Artur Mas no tengan otra opción que desacatar la
suspensión de
la consulta por parte del tribunal Constitucional.
¿Se atreverá a la desobediencia
institucional el presidente catalán? ¿Podrá ser declarado en rebeldía y acusado de
prevaricación?
El presidente Mas se verá pronto en la tesitura de escoger entre la legalidad constitucional
española o
apoyarse en la legitimidad ciudadana para acogerse a una legalidad catalana,
constituyente de soberanía.
El escenario
alternativo, convocar unas elecciones anticipadas en vez de la consulta, puede
aún ser más convulsivo para CiU
que llevar a cabo su compromiso político. Una lista conjunta entre CiU y ERC es ahora mismo una
quimera, no sólo
por las consecuencias del caso Pujol, sino por razones políticas, pues ERC exige
incorporar el compromiso de una Declaración unilateral de independencia
que difícilmente
pueden aceptar aquellos que no se atreven a llevar a cabo la consulta. Por otra
parte, tal lista conjunta supondría la ruptura entre Mas y Duran, de la coalición CiU, y de los
respectivos partidos, que sólo beneficiaria a ERC.
Para muestra, un botón: en el seno del
gobierno se han alzado voces, procedentes de miembros de UDC -la vicepresidenta
Joana Ortega- y de CDC -Santi Vila-, que abogan por el aplazamiento de la
consulta hasta que haya las condiciones legales. El presidente Mas, a
instancias de Oriol Junqueras de ERC, ha tenido que matizarlas, sin
desautorizarlas. Y el nuevo coordinador general de CDC, Josep Rull, ha
asegurado que pondrán las urnas para votar en la consulta… pero da su apoyo a Santi Vila.
Oriol Junqueras ha señalado su disposición a un gobierno de
concentración con
el único
objetivo político
de realizar la consulta. Miquel Iceta ha ofrecido al PSC para entrar en un
gobierno que aplace la consulta hasta que pueda ser legal mediante una
negociación con
el Estado central.
En la medida que la
fecha de la consulta se acerca y la presión aumenta, será más difícil que puedan convivir
en el seno del gobierno que la tiene que llevar a cabo consejeros que, en vez
de poner los cinco sentidos en asegurar la realización del voto de la
ciudadanía, se
dediquen a introducir confusión o aboguen por escenarios distintos a la orientación adoptada por el
Parlament para la convocatoria de la consulta.
La danza de
posibilidades y escenarios va a ser frenética. El proceso catalán va a experimentar
todas las tentaciones que se desplegaron en la transición de la segunda
restauración
borbónica.
La posibilidad de una gran frustración, de
consecuencias impredecibles, planea sobre los estados mayores partidarios en el
caso de que no se responda adecuadamente a la suspensión de la
consulta.
Un 11 de septiembre crucial para Cataluña y el Reino deEspaña
Consultar y votar es una cuestión de democracia
Crisis del estado monárquico de las Autonomías
Pujol hunde política y moralmente al pujolismoy al autonomismo
Ruptura democrática o involución unionista centralista
El Sí/Sí es la base del impulso a la consulta
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