David
Compayon Costa, Francesc Matas
Salla, Josep
Ferrer Llop. en SinPermiso.
7/9/2014
A menudo sectores de las
izquierdas contrarias al derecho a decidir, que son incapaces de entender (o
mejor dicho, no quieren entender) que el derecho a la autodeterminación es un derecho democrático, han empleado como
argumento la hegemonía de la burguesía catalana en el proceso soberanista. Pese a que cotidianamente
los diarios nos muestren como la gran burguesía catalana es
abiertamente contraria al proceso (Fainé, Lara, Freixenet, Oliu,
Rosell, Carceller, etc.) insisten en acusar a las izquierdas que defienden la
consulta (ya no digamos si defienden el Sí/Sí, tanto el abiertamente
independentista, como el que se presenta como herramienta para avanzar en los
procesos de ruptura del Reino de España) de someterse a la burguesía catalana y, por tanto,
de dar cobertura a las políticas neoliberales de recortes sociales. Asimilan el papel de
ICV-EUiA y la CUP al de ERC, pese a que han animado, participado y estado en
primera línea
de todas las movilizaciones sociales de denuncia del gobierno de CiU.
Señalan un problema real y
sustancial: ¿quién tiene la hegemonía social, política, ética?. Tras la sentencia
del Tribunal Constitucional contra el Estatut, las izquierdas -que acababan una
etapa agotadas y divididas por el gobierno tripartito y el fracaso del
Estatuto-, estaban muy lejos de poder ejercer ninguna hegemonía. CiU tenía y tiene el gobierno...
pero los cambios profundos que está viviendo la sociedad
catalana (también la
española)
son de un alcance muy profundo e incontrolables por los aparatos de los
partidos.
En este sentido, la
confesión del
clan Pujol se ha convertido en la confesión del fraude político, social, ético del “pujolismo", la
ideología
dominante desde los años 80 en Cataluña.
El caso del clan Pujol,
la confesión de
fraude durante 34 años para acumular una fortuna (secreta, como la del Rey, como la
de tantos empresarios del régimen…), independientemente de las razones de la misma y de la
utilización por
parte del Estado de una información que había mantenido oculta durante decenas de años, ha puesto en el centro
del proceso soberanista la naturaleza de las élites que han gobernado
Cataluña.
Como han utilizado los mecanismos de corrupción, clientelismo e
impunidad del resto del Estado. Como el fraude fiscal en Cataluña -superior a los 15.000
millones de euros- es uno de los causantes de los recortes sociales y las
medidas de austeridad. Como a la corrupción se ha sumado la
impunidad
Millet y el caso Palau
han vuelto a salir a escena, al igual que la sede embargada de CDC, como un
ejemplo más de
la compra de voluntades y del entramado de empresas de la construcción, sanidad, medio
ambiente... a las que la adjudicación de concursos públicos servía para financiar a CDC o UDC y al mismo tiempo enriquecer a las
familias que vivían en
el poder. La primera respuesta de Mas, diciendo que "era un asunto
personal de la familia Pujol”, abrió los ojos y los oídos a tanta gente que no
quería o
hacía
esfuerzos por no creer que fuera posible esta "doble moral" con la
que Jordi Pujol ha liderado durante tanto años Cataluña.
CiU, que ya había perdido la hegemonía social del proceso que
se vive en Cataluña,
intentó
antes de la primera gran manifestación del 11 de septiembre de 2012 que la reivindicación fuera la "nueva
financiación"
o "el pacto Fiscal" y no “Cataluña, Nuevo Estado de Europa, Independencia". La manifestación certificó que el catalanismo viraba del autonomismo y del “peix al cove” tantas veces repetido por Pujol -y que en castellano se traduciría por "más vale pájaro en mano, que ciento
volando”-
hacia el ejercicio del derecho a decidir: CiU tuvo que enterrar sin solemnidad
la "nueva financiación" y ese cambio implicó una gran mayoría social que todavía perdura
Fue el inicio de su pérdida de la hegemonía política. Artur Mas convocó elecciones adelantadas con el convencimiento de que lograría una mayoría absoluta que le
permitiría
controlar el proceso. El resultado fue catastrófico para CiU. Perdió 12 diputados y el punto de gravedad de los partidos favorables
al derecho a decidir giró hacia la izquierda. Las últimas elecciones
europeas mostraron esta pérdida, cada vez más acusada, de hegemonía política. Las últimas encuestas, después del caso Pujol, señalan un gran retroceso
de CiU, por debajo del 20% de la intención de voto.
La confesión de Jordi Pujol diluye
la hegemonía ética o moral que CiU
todavía
pudiera tener y deja en manos de las izquierdas, especialmente de aquellas que
entienden que hay que transformar socialmente la realidad de Cataluña, una oportunidad, única de construir y
ganar la hegemonía del
proceso que vive Cataluña por el ejercicio de su derecho a la autodeterminación. Esa oportunidad pasa
por ganar la hegemonía social, política y moral y por lo tanto construir una verdadera alternativa
de poder desde las izquierdas.
ERC es quien va tomando
el testigo de la bandera catalana. Pero no lo puede hacer sola, ni emular lo
que ha sido CiU. El independentismo de ERC, para enterrar el autonomismo,
necesita la alianza con la izquierda de base trabajadora, incluyendo desgajar
de CiU el apoyo hasta ahora fiel de una parte de la clase trabajadora.
La Consulta, con la movilización para una respuesta ciudadana Sí/Sí, necesita la
confluencia del creciente sector independentista de la población catalana con
la componente trabajadora y sindicalista que ha asumido y defiende la
independencia como un elemento práctico para romper con el estado
de la Monarquía y encaminarse a un proceso constituyente democrático
republicano.
Un 11 de septiembre crucial para Cataluña y el Reino deEspaña
Consultar y votar es una cuestión de democracia
Crisis del estado monárquico de las Autonomías
Pujol hunde política y moralmente al pujolismo y al autonomismo
Ruptura democrática o involución unionista centralista
El Sí/Sí es la base del impulso a la consulta
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