El Parlament de Catalunya se ha dado un plazo hasta final de año para concretar la pregunta y el plazo de la Consulta. Eso está a la vuelta de la esquina. Poco más de dos meses.
La presión imponente de la movilización de la Via catalana
hacia la independencia (400 Km, un millón seiscientas mil personas) y la
Asamblea Nacional Catalana, ha penetrado en los centros del poder económico, en
la representación parlamentaria y en la orientación de partidos y sindicatos,
como ojo de huracán político.
Ahora bien, esta movilización necesita su estructuración política,
sin la cual podría perder su gran fuerza cívica. El símbolo establecido en la
conciencia popular es la Independencia. Y junto a este símbolo, la idea de un
Nuevo Estado de Europa. La concreción política es asumir la soberanía nacional
catalana con una Consulta o Referéndum.
La organización que se beneficia de esa expresión política de
esa conciencia movilizada por y en torno la Independencia y la realización de
la Consulta es ERC, y en parte la CUP. Quien no se beneficia y queda lesionada de
momento es CiU. La Coalición ICV-EUiA se mantiene con una actitud política
entre temerosa, prudente y de evitar lo que denomina fractura social o entre la
gente trabajadora, pero con una defensa clara de que se realice la Consulta y
se acate la decisión popular, sea cual sea. La Coalición tiene el importante as
de que una fuerza estatal como IU y el Grupo Parlamentario de la Izquierda
defienda la Consulta y la decisión que haya. Quienes salen perjudicados son el
PP (no acepta la Consulta) y el PSC (sólo acepta una Consulta legal, imposible
en la actual Constitución). En cambio C's fagocita a PP y parte del PSC con una
agitación contra la independencia y la Consulta, contra la soberanía catalana y
a favor de la unidad estatal española coronada tal cual está.
Ante este órdago, los cenáculos políticos se debaten en la
especulación de si habrá o no podrá haber la Consulta. Tengamos en cuenta que
el Estado la niega como ilegal y que la patronal catalana no la ve de ninguna
manera con buenos ojos. Por esto han puesto a Duran a ponerse de acuerdo con el
PSC a trabajar para una Tercera vía que reconduzca la aspiración popular
rupturista a unas Autonomías federalizadas, con nombre rimbombante y Fiscalidad
más digerible para los bolsillos de los poderes económicos y financieros catalanes.
Otro caballo de batalla sobre la realización de la Consulta
es la pregunta concreta a hacer.
Foto de Jordi Cohen. |
Pero a estas alturas, el contenido literal de la pregunta
sería lógico correspondiese al clamor popular o, en todo caso, a la expresión
política que resumiese y concretase la aspiración de soberanía nacional.
¿Otras preguntas no se interpretarían como una estafa
política?
Experiencias de haberlas haylas. La aspiración republicana fue frustrada
de cuajo con la Constitución del 1978. El desmoronamiento de la Dictadura fue substituido
por la Corona borbónica. Los Pueblos y Naciones que lucharon para derribar y
liberarse del franquismo pasaron a Nación española, única e indivisible, y a Nacionalidades
sin soberanía asimiladas a Regiones Autonómicas. Ciudadanía española, Nación y
Nacionalidades tuteladas por la Corona y el Ejército o Fuerzas Armadas según se
lea.
Con el bipartidismo formalizado con el PSOE de Felipe
González en el gobierno, hubo otro ejercicio político de malabarismo mediático.
El PSOE contrario a la OTAN convirtió el Referéndum sobre pertenecer o no a la
OTAN en una burla nacional.
Felipe González y Alfonso Guerra estructuraron la campaña
SPOE con el lema "OTAN, de entrada no". Un "NO" que era la
ratificación de que España ya SI estaba en la Alianza Atlántica de la mano del
gobierno PSOE. El 12 de marzo de 1986, el Referéndum consiguió un "SI"
del 52,5% de los votantes, con una participación del 59,4 % por ciento, un
39,8% votó en favor del "no", que salió mayoritario en Cataluña,
Navarra, País Vasco y en la provincia de Las Palmas en las Canarias. Izquierda
Unida surgió de este proceso en 1986.
La Consulta es un instrumento básico de legitimidad y posible
legalidad democrática de la soberanía nacional. Elucubrar o trabajar para un "NO"
o un "Si, pero no", es una vía directa a la marginalidad en el
espacio de la izquierda catalana.
Una pregunta justa y adecuada será la que satisfaga la
demanda ciudadana de soberanía.
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