Autonomista en los hechos, fundador de CiU, presidente de la
Generalitat durante 23 años, avalista del primer gobierno PP de Aznar, alma
política carismática y popular de la derecha catalana, Jordi Pujol, se confiesa
perdedor más allá del victimismo crónico para pasar la zafata de la limosna
económica y lingüística. No es baladí cuando dice en "La sexta":
"Yo soy catalán, y soy español si puedo. Pero ahora no puedo ser español,
es cada vez más difícil".
Ni Pujol, ni su sucesor en CiU y a presidente, Artur Mas,
han convocado ningún referéndum para poder ejercer el derecho de "Nosotros
decidimos" reclamado por la ciudadanía catalana con la gran manifestación
del 10 de julio de 2010. A pesar de esta gestión política gubernamental, Pujol
afirma que votaría "sí" a la independencia en un hipotético
referéndum. Mas también dijo que había votado "SI a la independencia"
en la consulta vinculante de Barcelona, mientras al mismo tiempo impedía el
trámite en la Mesa del Parlamento por una ILP sobre el asunto.
¿Independencia de corazón pero autonomismo en los hechos por
los imperativos económicos? ¿En eso se debate la representación política de la
burguesía catalana? ¿Moverá ficha la izquierda trabajadora? ¿Y la masa social y
joven catalanista por la independencia?
Es aleccionador que varíe la conciencia en Cataluña sobre su
relación con el Estado español y en cambio las fuerzas políticas sean tant
inmovilistas en los hechos.
Hay un antes y un después profundo en la conciencia popular
a raíz de la quiebra en la renovación del Estatuto y de la manifestación del
"Nosotros decidimos".
Es patente que en la práctica quien tomó el testigo del aura
de libertad catalana de la manifestación fue CiU con la recuperación del
gobierno autonómico. Sin embargo en vez de convocar a continuación una consulta
o un referéndum y movilizar a la ciudadanía, lo que hace CiU a diestro y
siniestro es destruir servicios sociales vitales, reducir sueldos y ... cerrar
filas con el gobierno del PP del estado español. La CiU de Mas, Pujol y Duran
Lleida, otorga sus votos en un frente sólido detrás del PP, presionando por la
derecha en la aplicación de los recortes, aceptando la supervisión del Estado
de los Presupuestos autonómicos, y la liquidación de la escasa soberanía de las
Autonomías. Debe ser más difícil ahora ser español para Pujol, pero no dudan en
absoluto, ni les tiembla la mano y las convicciones catalanistas, a la hora de
guarecerse del todo en el Estado y el gobierno español.
El independentista de entrevista argumentará la razón de Estado,
ahora la fuerza mayor de la santa y bíblica crisis, para decir algo y hacer lo
contrario. Mientras este contrasentido sea quien lleve el estandarte de la
libertad de Cataluña poco se puede
hacer.
La proclama catalanista de CiU se estrella cuando el
gobierno cierra los quirófanos del Hospital de Bellvitge, así condena a la
gente trabajadora a una involución que retrocede a los años cuarenta del siglo
pasado.
A la población trabajadora de Cataluña, la que es y se
siente catalana de todo corazón, la que se considera tanto catalana como
española, la que se describe como del todo española, la procedente de Latinoamérica,
de Marruecos y de otros latitudes, que se ven gente española y catalana de
adopción, les hace falta una bandera por la libertad nacional que les permita
más soberanía real, con la defensa de las necesidades sociales contra la
explotación de los poderes económicos de los propietarios catalanes en primer
lugar y los españoles por extensión.
La bandera de la liberación nacional soberana catalana la
podría levantar en buena ley una confluencia política de las organizaciones y
Entidades que trabajen para conseguir aplicar el "Nosotros decidimos".
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