
Estamos en un sistema de elecciones que organiza el
bipartidismo. Hay una alternancia entre una derecha muy conservadora y
reaccionaria (PP, CiU), y una izquierda muy derechizada y miedosa (PSOE) a la
hora de tocar los bolsillos de los poderosos, demasiado dispuesta a imponer
políticas que dañan las necesidades vitales de la base social popular
trabajadora.
Entonces "si no nos representan" ¿para qué votarles?
¿No sería mejor abstenerse, votar en blanco, o hacer una buena propaganda de lo
que se tendría que hacer sin que importara mucho o nada el voto?
Cada cosa a su tiempo y en su lugar. Durante los trescientos
sesenta y cinco días del año es el momento de movilizarse, organizarse, pelear
en el lugar de trabajo, barrio y estudio, por las necesidades más pequeñas o
las más importantes. La propaganda de calidad, comprometida, es un elemento
vital para la mejora del cuerpo social y de los derechos de la ciudadanía, para
trazar las posibilidades de la senda colectiva y social con una lógica distinta
a la de la gran propiedad.
Durante todo el año la relación entre los distintos
estamentos de la sociedad se establecen y organizan a través de las
instituciones del Estado, con sus Autonomías y Municipios, las representaciones
electas y los gobiernos. Esta sistema político organizado afecta a toda la vida
social e individual.
Y las elecciones son en las democracias, más imperfectas o
menos, el sistema de representación formal existente. Esta representación, aunque
se rechace se denuncie, y se presione, ejerce su función de poder político.
Además, gobiernos y representantes electos/as, disponen de una gran autoridad
ante la mayoría de la población. Por supuesto las políticas que aplican afectan
a toda la ciudadanía sin excepción.
La utilidad del voto está en relación a poder influir un
poco en esta representación política. En según qué condiciones llegar a entorpecer
las políticas más negativas. E incluso favorecer portavoces de las necesidades más
populares, en este caso con propuestas que refuercen las bases sociales y con
la denuncia de las leyes y políticas contraproducentes y negativas para la
sociedad.
Eso significa que un voto sirve para elegir a un o una
representante. Ni más ni menos. Su utilidad viene a la hora de ejercer la voz y
la ejecución en las instituciones. La utilidad reside en el ejercicio de la representación
y en las consecuencias políticas de su actuación. Es decir, cuando se frenan
medidas políticas contrarias a la base social representada, y aún mejor cuando
se consiguen cosas favorables a la ciudadanía electoral
En la crisis actual de profundo calado, en la coyuntura de
segundo ciclo recesivo, con un sistema UE y Euro en deterioro libre, en una
situación de hundimiento de la izquierda mayoritaria prisionera de su
dependencia del sistema de mercado, y con las otras izquierdas minoritarias y
disgregadas, la utilidad política del voto reside en permitir agrupar fuerzas
para hacer oír su voz y no dejar el terreno parlamentario y gubernamental libre
a las derechas. Las izquierdas necesitan pisar firme, conseguir credibilidad, construir
alternativa política unida y con vocación de fortaleza y coherencia política.
Por eso el voto además de conllevar buenas propuestas
necesita ser un voto político. Un voto que permita influir en la vida y
decisiones políticas.
En esa coyuntura y en tiempo electoral el tipo de voto que
se limita a la propaganda o la propuesta de abstención, ni es útil ni consigue
utilidad. No hay coherencia política en propuestas de voto o de abstención que
su realidad política van a consumar la disgregación, con el efecto
contraproducente de contribuir a la debilidad de la representación política de
las necesidades trabajadoras y jóvenes.
No hay tampoco coherencia política, ni credibilidad posible,
en las propuestas que se han negado a compartir, a mestizarse, a aunar fuerzas,
a darse algún baño de realidad, para conseguir más diputados de izquierdas y
menos de la derecha. No juzgo intenciones ni buena fe, cosas que no dude las
hay en demasía, quizás tanto como los sueños e ilusiones, cosas muy positivas,
pero que mal orientadas en la política resultan nefastas.
Poca perspectiva política pueden ofrecer opciones como las
de Equo o las de la Izquierda Anticapitalista. Leeremos sus aportaciones y
espejismos de mundo feliz, pero seguiremos bregando con la gente trabajadora
que no ve para qué votar, o votará cambio aunque sea el de la involución y la
reacción recortadora, y con quienes orienten su conciencia a construir
izquierda política real en el mundo y en el terruño de hoy en día.
Para ese debate, puede ir bien ver la reflexión de MiguelSalas, director de LA AURORA. Extracto algún párrafo: "Anticapitalistas:repetir los mismos errores. Estas elecciones eran una ocasión para encontrar
los puntos de confluencia que permitieran sumar y no restar, multiplicar y no dividir. Así lo entendemos
nosotros y lo intentó Izquierda Unida. En su momento se propuso a Izquierda
Anticapitalista, y también a Equo, llegar a un acuerdo electoral y también de
frente común para responder al giro a la derecha que anuncian las urnas. La respuesta fue negativa... Otra oportunidad perdida... (y) Se abstienen en Euskadi".
Ilustración de Roser Pineda para LA AURORA.
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