Esta defensa a pecho abierto o encubierta del predominio masculino en el patriarcado rezuma desde las actitudes personales más primarias hasta la realidad social e institucional.
La reacción a los progresos conseguidos en los derechos de las mujeres, en su igualdad real, es propagada y defendida desde cada hogar, a la calle y las empresas, a las escuelas y universidades, en los juzgados e instituciones estatales.
Pero no hay vuelta atrás. Quizás lleguen a frenar o a provocar retrocesos momentáneos, pero no se girará la rueda de la historia. Las mujeres, la mitad más una de la población española puede no saber de leyes ni de patriarcados, pero no se dejará avasallar y esclavizar.
La clase trabajadora y sus organizaciones es quien mejor puede incorporar estos avances sustanciales en la igualdad y del feminismo social.
La revolución y la forja de condiciones para una sociedad socialista será cada vez más en igualdad. La concepción de una sociedad sin explotación por parte del hombre sobre el hombre, es sin explotación ni opresión del hombre y la mujer sobre el hombre y la mujer, y sin el predominio del hombre sobre la mujer, en igualdad, diálogo, solidaridad y libertad.
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