De seis a siete semanas es el tiempo pendiente para acordar
cuando se hace la Consulta "para decidir" en Cataluña y con qué
Pregunta. El Parlamento catalán fue quien se puso como plazo el fin del año.
La presión aumenta. La olla empieza a hervir. La tensión
acelera los cenáculos de notables, los planteamientos de los partidos, la
ilusión y la desconfianza de una gran parte de la ciudadanía desafecta con el
sistema político. El rechazo ciudadano, por desinterés o desencanto o rechazo, es
una situación que alimenta el antipartidismo.
Entidades como la ANC (Asamblea Nacional Catalana) están en
efervescencia. Se plantean hacer cumplir al Parlamento y a los partidos su
compromiso de Pregunta y Consulta para el próximo año 2014. Sus argumentos se
alimentan de la fuerza que emana de las grandes manifestaciones de 2010, 2012 y
de los 400 Km multitudinarios de la Vía catalana de este año.
La ANC y también Òmnium Cultural traducen el clamor
ciudadano popular, con la petición de una Pregunta clara, en función de las
demandas de los lemas de la movilización catalana, y que no se frustre el
imaginario de la conciencia de emancipación soberana.
¿Habrá o no habrá Consulta? ¿Serán capaces los partidos y el
Parlamento de ponerse de acuerdo con una Pregunta clara? ¿Que corresponda a la
movilización ciudadana, así como pueda entroncar con el sentido amplio
ciudadano? ¿Parlamento y Partidos se acercarán a las vivencias y sentimientos
de la población catalana -la que vive y trabaja en Cataluña- o pretenden
revivir el espíritu del paso de la dictadura franquista a una democracia,
finalmente coronada, bipartidista y estafadora de las soberanías ciudadanas y
nacionales?
Muchas son las fuerzas estatales y autonómicas políticas,
las entidades patronales catalanas, que inician unas terceras vías y
federalismos unionistas de obligada unión, que, o son una vía muerta, o con un
giro de 180º llevan a condicionar la Pregunta para neutralizar o bloquear la Consulta.
El objetivo preciso de este tercerismo encamina a frustrar el movimiento amplio
ciudadano de libertades catalanas y de ruptura democrática de la Constitución
de 1978.
Una Consulta de este tipo, basada en el derecho a la autodeterminación
de los pueblos, es decir sobre su soberanía y separación, es un paso de
concreción de una soberanía democrática, revolucionaria en el orden jurídico y
político del Reino de España.
Los próceres que trabajan para frustrar la Vía catalana
hacia la independencia, y todo cambio del Statu quo entre España y Cataluña, todo
vale si permite aplazar o no hacer la Consulta. Sin embargo los planes y
amenazas de elecciones plebiscitarias y de Declaraciones Unilaterales de
Independencia (DUI), son unos escenarios mucho más favorables a los poderes
actuales catalanes que un proceso democrático constituyente basándose en la
movilización y la participación democrática ciudadana. La Consulta es el centro
de gravedad vital en la aportación a la soberanía catalana y, por extensión, en
la soberanía ciudadana española frente a la Constitución y la Corona.
Lo cierto es que habría una gran descalabro si el Parlamento
se salta su propio plazo. Otra cosa será lo que haga el gobierno estatal. Vamos
hacia un proceso difícil y convulsivo. Para nada un camino de rosas.
Según la Conferencia Política de EUiA la Consulta es Sí o Sí,
es decir irrenunciable. Esto significa una Pregunta clara e inclusiva. La
Conferencia rechazó todas las condicionantes a la Pregunta que impidieran hacer
la Consulta. Mejor encaminarse a practicar desobediencia civil y votar, que
escatimar la decisión más directa popular.
Un buen criterio para la Pregunta es que corresponda a la
movilización y al mismo tiempo permita un buen resultado democrático ciudadano.
Y las demandas masivas han sido en torno a Nuevo Estado de Europa, Libertad e
Independencia.
La maduración de la ciudadanía debe corresponder con el
proceso de conciencia de la población trabajadora. La concepción democrática es
crucial para que la mayoría trabajadora pueda aportar su huella social en una
Cataluña libre y soberana.
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