La movilización ha concluido por esta vez con éxito. Aminetou Haidar ha conseguido viajar a El Aaiún, con vida y digna. Es decir, sin renunciar a sus convicciones políticas sobre la libertad y el derecho a la autodeterminación del Sahara, sin postrarse ante Marruecos ni rendir vasallaje como súbdito del monarca alauita.
Veamos qué se ha conseguido, los actores con sus diferentes orientaciones, y lo que ha posibilitado un resultado positivo.
Conseguido
Una movilización por Aminetou Haidar y por la libertad del Sahara en innumerables ciudades y pueblos del Estado español. La extensión de esta movilización con repercusión internacional.
Una conciencia de "Marruecos culpable, España responsable". EEUU, la ONU, la UE y Francia también han estado en el punto de mira de las denuncias y la presión ejercida por la movilización.
El regreso de Aminetou Haidar a El Aaiún. A partir de un acuerdo de las izquierdas españolas, y de un pacto cuatrileral entre España, Marruecos y Francia, con el beneplácito de EEUU.
Poner la situación de indefensión y arbitraria del Sahara en el escenario político internacional.
Emerger la existencia hibernada de un proceso de descolonización inconcluso. Está pendiente de un Referéndum en base al derecho a la autodeterminación, continuamente aplazado por Marruecos. Proceso al que se pretende dar carpetazo y difuminar con el Plan Baker (EEUU), favorable a la soberanía marroquí, el cual minusvalora la voluntad y derechos democráticos de la soberanía del pueblo saharaui en los territorios del Sahara occidental.
Ha aflorado que la descolonización española se frenó por la ocupación militar por parte del Reino de Marruecos con la Marcha Verde (iniciada el 6 de noviembre de 1975).
Se han expuesto las ilegalidades y violaciones de los DDHH y del Derecho internacional por parte de Marruecos (Administradora de los territorios pero no soberana según los acuerdos tripartitos de Madrid del 14 noviembre de 1975). Se ha evidenciado la incapacidad de la ONU para hacer cumplir los acuerdos internacionales y finalizar el proceso descolonizador con un mínimo de respeto a la soberanía saharaui.
Queda patente la incapacidad y bloqueo del gobierno español (el actual del PSOE de Zapatero, y los anteriores del PP de Aznar). El Estado español en su condición semiimperialista secundaria, no se atreve ni puede enfrentarse a Marruecos, pues la burguesía española prefiere tener un lugar subalterno y poder ser intermediaria entre los intereses extractores norteamericanos, alemanes y franceses, poder faenar en los caladeros de pesca, y mantener como españoles los territorios de Ceuta, Melilla, incluidas las Islas Canarias. Zapatero lo explicita al exponer que la alianza con Marruecos es estratégica para España.
El gobierno español se paralizó y dividió ante la movilización y la tenaz convicción de Aminetou. Este panorama generó diversas y contradictorias actuaciones que facilitaron la cohesión de la causa pro-saharaui, dando tiempo a la movilización, para concentrarse en unos objetivos políticos, unas acciones y denuncias, que a la postre obligaron a dar pasos atrás por parte del gobierno y monarca marroquí y del gobierno español. Cada uno se vio confrontado a su nivel de responsabilidad. No pudieron romper la resistencia de Aminetou Haidar ni aislar y cercenar el activismo pro-saharaui.
El movimiento por Aminetou y pro-saharaui superó un estado inicial de denuncia a estos gobiernos, incluso con mayor énfasis en el español, para sin abandonarla pasar a concentrar su energía en la consecución del objetivo de devolver a Aminetou Haidar a su hogar, y con vida y digna, junto a la defensa firme de los derechos democráticos del Sahara occidental.
Actores y orientación
En primer lugar, de honor, Aminetou Haidar. Con ella, la resistencia pro-saharaui, la gente activista y el Frente Polisario.
Para Aminetou y el Frente Polisario la orientación consistió en los diversos momentos, en sus convicciones básicas, principios políticos, y sus movimientos tácticos concretos, conseguir la vuelta a El Aaiún y sostener sin sumisión la causa de la libertad y soberanía del Sahara Occidental. La denuncia que propagaban, y la huelga de hambre, quedaba supeditada a esta concepción política y a las convicciones éticas personales de Aminetou, resumidas en "viajar a El Aaiún con dignidad".
Tenemos a los gobiernos citados, colocados a la defensiva de un movimiento que se crecía a pesar de su disgregación y dispersión. Estos gobiernos, en primera instancia el de Marruecos y el de España, actuaron con graves errores de apreciación, divididos entre ellos y en su seno, con un deseo genérico destinado a desactivar y socavar el movimiento, pero sin un eje común ni perspectiva política homogénea para el Sahara, en cuya solución cada uno dispone de posiciones distintas a pesar y dentro de una voluntad de acuerdo estratégico conjunto. Para el gobierno español su hándicap era su base social muy implicada en la solidaridad con la causa saharaui.
El eje que hubieran podido ser las NNUU quedaba vetado por Marruecos (negativa al Referéndum y a ninguna aceptación de una soberanía saharaui igualitaria o por encima de la soberanía marroquí) y neutralizado por EEUU con su Plan Baker (supeditación y cesión de la soberanía saharaui a la marroquí, con sólo algunas concesiones administrativas).
La Plataforma de Lanzarote vehiculizó parte de la movilización y acompañó a Aminetou en propagar su imagen pública. Fue también el exponente más decantando a una orientación de igualar en la denuncia a los gobiernos marroquí y español. Incluso denunció inalterable las tentativas políticas pro-saharauis que prosperaban al calor de la parálisis y división gubernamental española; quizás sin darse cuenta de las contradicciones gubernamentales e internacionales y las posibilidades que permitían al explotarlas a favor de la causa saharaui. Esta orientación primaba la denuncia contra el PSOE, y su gobierno, y el ministerio de Exteriores, como si fueran un bloque compacto, sin distinguir la fisura creciente entre una base social pro-saharaui, y su prolongación electa, de la política de estrategia española-marroquí del lobby pro-marroquí. Esta debilidad en la percepción de una realidad muy cambiante dificultaba en una primera etapa centrar los objetivos políticos de las medidas de presión eficaces a partir de conseguir la unidad en la movilización y acción de todos los segmentos sociales e institucionales pro-saharauis. Táctica que la misma Aminetou no secundó en cada ocasión en que hubo y tuvo posibilidades de romper la negativa marroquí de acceder a sus demandas legítimas y legales. Una parte de la extrema izquierda también se alineó con esta orientación de magnificar la denuncia por encima de los intentos de conseguir resultados. La consigna de "Moratinos dimisión" y de considerar al gobierno y al PSOE como el culpable primero y principal, sin distinciones, generó disgregación con la ineficaz perspectiva de un callejón sin salida. Por supuesto el hecho de que la movilización prosiguiera fue el factor vital que permitió corregir en la práctica la orientación inicial, para dar mayor énfasis en la presión y la consecución de logros positivos.
La gran burguesía española no está por la labor saharaui. Más bien quiere un acuerdo de una vez con Marruecos, a costa de lo que sea, en términos de limitar o liquidar la soberanía saharaui, y tener el terreno libre para negociar con el régimen monárquico alauita. Respecto a la hipotética medida de presión o de fuerza real española, la aventura de las Islas Perejil no auguraban ninguna perspectiva favorable a forzar a Marruecos. Por lo que aparece, y aún sea a disgusto, la burguesía española tienen más a perder que a ganar en una confrontación con Marruecos.
Es obvio que este interés español no es el que puede ni debe guiar ni sabotear la acción revolucionaria democrática por los derechos saharauis. Ahora bien, también es cierto que era necesario conocer y tener en cuenta estos intereses nacional españoles para conseguir una orientación que debilitase el frente gubernamental, en especial y en concreto al más afín a las tesis marroquíes, para reforzar la causa y perspectivas saharauis. Más en particular el regreso de Aminetou Haidar a El Aaiún. Pero como señalamos en la declaración del POR, "viva y digna", como heroína viva mejor que como mártir.
Confluencia al resultado
La huelga de hambre era como un inexorable reloj de arena que marcaba el tiempo disponible. Tanto para la movilización y la presión a los gobiernos para que movieran pieza de forma favorable a los intereses democráticos saharauis, como para la misma Aminetou, su vida, y las perspectivas que deparara el resultado para todos sus actores.
Una Aminetou Haidar convertida en mártir de la causa saharaui, con los derechos e implicaciones éticas inherentes, representaba una incertidumbre completa de cómo influiría, en positivo o en negativo, en la salud del movimiento saharaui. Esta carta, que no desdeñaba un segmento del activismo pro-saharaui, no era comprensible para la mayor parte del activismo de España. Por supuesto el respeto a la decisión personal de Aminetou era total, como parte fundamental de sus derechos como persona.
De forma tácita, ante la dispersión existente y la necesidad de una referencia política, se fue estableciendo una confluencia y acción unitaria en torno a CCOO, UGT, dirigentes y activistas del PSOE e IU, y una gran parte del importante entramado pro-saharaui en los pueblos y las concentraciones, con la orientación de combinar movilización, con presión y acción en todos los escalones sociales, institucionales y gubernamentales. Este frente tácito vehiculizó la referencia de la masa social del activismo pro-saharaui, con una mayoría de gente votante del PSOE, de Izquierda Unida al completo, de grupos locales y de tejido social con años de conexión y solidaridad con la realidad saharaui. El Frente Polisario aportó su fuerza favorable a toda respuesta unitaria.
La intelectualidad se movilizó en positivo, representada por Saramago con su primera carta, "todo mi respeto por Aminetou" y "viva y digna a El Aaiún". Luego hubo varias cartas con firmas. La más difundida, y apadrinada por prensa y medios gubernamentales, representaba una inflexión donde la petición se convertía en una exigencia lisa y llana a Aminetou para que se mantuviera su vida y abandonase la huelga de hambre, con el razonamiento de que ya había conseguido poner la temática del Sahara en el candelero, pero difuminaba la defensa democrática del Sahara y amagaba menos respeto por las decisiones y convicciones de la luchadora saharaui.
El gobierno español pasaba del bloqueo a un movimiento oscilante entre varias orientaciones contradictorias. Su expresión más patente fue la tentativa de llevar a Aminetou Haidar a El Aaiún, abortada por la reacción in extremis marroquí, además de denunciada como maniobra hipócrita e indecente por algún sector en el activismo pro-saharaui. En cambio fue aceptada por Aminetou, aunque el fracaso del operativo representó un gran jarro de agua fría sobre las expectativas engendradas. De todas maneras, lo que quizás se quedó en un golpe de mano, para el que no habían las condiciones adecuadas, abrió otras expectativas que se empezaron a trabajar con toda celeridad. En esta fase se elevaron el tono de las denuncias de forma pública. La ciudadanía tuvo conocimiento de las denuncias de violaciones e ilegalidades internacionales e internas del gobierno de Marruecos (en su Constitución las personas son súbditos del Monarca). También se conoció la declaración pública de respeto a las decisiones personales de Aminetou sobre continuar o no la huelga de hambre, y respecto a las tentativas desde el gobierno español para preparar a la opinión pública para obligar médicamente a alimentarse y no arrostrar las consecuencias políticas de una muerte en estas condiciones.
En esta fase conclusiva, el gobierno impulsó una resolución en las Cortes para intentar un acuerdo nacional con el que doblegar la voluntad de Aminetou, sin entrar en el fondo del asunto de la descolonización y el derecho a la autodeterminación del Sahara, o incluso para blindarse en el caso de la muerte de la activista. Esta tentativa fracasó, pues no contó con el beneplácito de las demás izquierdas como IU, y violentaba la posición política y la conciencia de mucho parlamentario-a pro-saharaui del propio PSOE. La iniciativa derivó entonces a otra resolución, con acuerdo entre todas las izquierdas parlamentarias, donde se planteaban los derechos democráticos del Sahara Occidental, se citaba la situación de que Marruecos administra el territorio del Sahara mientras se concluye el proceso de descolonización, y se instaba al gobierno a actuar para que Aminetou pudiera volver a su hogar en El Aaiún. Esta resolución fue un preámbulo para el desenlace final.
la movilización ha sido el eje conductor en el que ha sido posible conseguir un desenlace positivo. En concreto con la orientación de "Marruecos culpable, España responsable", "Aminetou Haidar viva y digna a El Aaiún", con la defensa de los derechos democráticos del pueblo saharaui, "aún en fase de descolonización".
La posición firme de Aminetou Haidar, la movilización ampliada continua, la cristalización de un frente unitario acorde con una mayoría activista pro-saharaui movilizada y una proyección institucional, han resultado los ingredientes que consiguieron llevar a Aminetou Haidar viva y digna a El Aaiún.
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