2/3/14

IU apea a EUiA y la apuesta estratégica con Gerardo Pisarello de la candidatura a las elecciones europeas

La importante pluralidad de la candidatura europea de IU no ha llegado a incorporar la aportación cualitativa de EUiA con la propuesta de Gerardo Pisarello. IU tiene pavor a una República Catalana en lo que coincide con ICV. IU e ICV tampoco entienden que para construir alternativa confluyente y unitaria de izquierdas con la que derrotar al PP, y la tendencia a una alianza entre el PP y el PSOE, o a gobiernos con IU pero fagocitados por el poder del Estado con el PP, es necesaria una alianza básica entre federalistas, soberanistas e independentistas.
La exquisita carta de Gerardo Pisarello merece todo mi agradecimiento. Es un ejemplo de honestidad ética y política. Pisarello declina en estas condiciones de una manera  que anima a proseguir la estrategia emprendida de confluencia y unidad.
Como IU, por razones diversas, excluye a EUiA de su candidatura europea posible, es necesario plantearse todas las consecuencias para EUiA. Pues EUiA no es una sucursal de IU en Catalunya, sino una organización con estrategia propia por la confluencia social, por un proceso constituyente en Cataluña, la Consulta y la República catalana.
Hace casi dos meses, un grupo de compañeros y compañeras de Esquerra Unida i Alternativa (EUiA) sugirieron mi implicación personal para impulsar una candidatura catalana a las elecciones europeas. La idea era que esta candidatura se abriera a gente de fuera de la coalición y planteara la necesidad de una ruptura democrática en cuatro niveles: en Europa, en Cataluña, en el conjunto del Reino de España y al interior de los propios partidos de izquierdas. Más allá de la apelación individual, lo que se planteaba era lanzar una propuesta colectiva que persiguiera varios objetivos: conectar con los movimientos sociales, impugnar el bipartidismo heredado de la Transición, tender puentes entre las izquierdas contrarias a la Troika y favorables al ejercicio del derecho de autodeterminación de los pueblos y contribuir a la regeneración de las formas de hacer política. La fortaleza de esta iniciativa venía vinculada, desde un inicio, a la posibilidad de que se viera reconocida con un lugar claro de salida en la lista estatal encabezada por Izquierda Unida.
Para alguien que, a pesar de haber acompañado como jurista numerosas iniciativas de izquierdas y de movimientos sociales, nunca ha militado de forma orgánica en un partido, una apuesta así entrañaba riesgos y retos. Por un lado, conseguir que este proyecto de apertura política se abriera camino en estructuras partidarias complejas, que a menudo arrastran lastres conservadores. Por otro, explicarlo a gente de fuera y de dentro de estas organizaciones en unos tiempos sobre los que no se tiene todo el control. Con todo, la excepcionalidad del escenario deconstituyente que atravesamos, tantas veces evocada, justificaba el intento.
Hay que decir que en muy poco tiempo la idea de la candidatura y el proyecto que pretendía encarnar recogieron muestras de simpatía de diferentes espacios políticos y sociales de Cataluña y del resto del Reino. Eso, por sí solo, es una pequeña victoria que sería injusto desdeñar. La andadura de la propuesta, sin embargo, se vio interrumpida por la decisión del Consejo Federal de Izquierda Unida de pactar ya el orden definitivo de la lista. Tras un arduo debate, las resistencias de la Dirección de IU y la necesidad lógica de recoger diversas sensibilidades territoriales, políticas y de género, acabaron por afectar una iniciativa que requería una mayor maduración y un apoyo orgánico con el que finalmente no ha contado. En las condiciones finalmente acordadas, es prácticamente imposible que una candidatura con vocación de apertura pueda cumplir, sobre todo en Cataluña, la función pedagógica y de revulsivo que justificaron su gestación.
Son muchas las lecciones que habrá que extraer de este desenlace. Ninguna supone que la idea de ruptura democrática deba abandonarse o que haya perdido su sentido político. Por el contrario, estará presente en diferentes iniciativas electorales y no electorales que comparecerán el mes de mayo y será más necesaria que nunca una vez pasados estos comicios. De lo que se trata, en último término, es de procurar que esas iniciativas confluyan en proyectos de transformación y rebeldía lo más amplios posibles. Con ello me comprometo plenamente, como he intentado hacer hasta ahora. Mientras tanto, vaya todo mi reconocimiento y gratitud a las personas que creyeron que esta propuesta de candidatura abierta, transversal y rupturista, era algo por lo que valía la pena luchar y arriesgar.
Gerardo Pisarello es miembro del Comité de Redacción de SinPermiso.

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