La sangría es continua. El patriarcado capitalista actúa como si no tuviera límites ni impunidad. En LA AURORA se plantea en la carta semanal.
4 mujeres asesinadas. Sólo en los primeros diez días del año han sido asesinadas 4 mujeres por sus compañeros o maridos, 3 de ellas en Catalunya. En el 2011 fueron 60 las mujeres asesinadas. Si habláramos de gente muerta por actividades terroristas o por agentes del orden el escándalo sería mayúsculo. Las fuerzas políticas y sociales estarían movilizadas, los medios de comunicación llenarían los informativos con noticias al respecto, las más altas instituciones del país pondrían el grito en el cielo. Pero como se trata simplemente de mujeres, una nota de condolencia, como máximo un minuto de silencio, es la respuesta a esta lacra de violencia machista que nos rodea y que no hay manera de acabar con ella, ni siquiera de reducirla. Que haya tan poca sensibilidad a esta dolorosa situación se explica, entre otras razones, por la reacción de ciertos dirigentes políticos. Escuchamos a la ministra de Sanidad declarar que se trata de “violencia en el ámbito familiar”, para considerarlo una cuestión individual y no de los roles que existen en la sociedad. O al Conseller de la Generalitat catalana achacar los asesinatos a las reuniones familiares de Navidad. El Conseller Cleries declaró que “cuando hay épocas en las que la gente se encuentra más, las familias se ven más, se dan más hechos problemáticos”. No se trata de simples deslices sino del pensamiento mayoritario en ciertos sectores de la sociedad que consideran la violencia de género como un problema de individuos, como un problema privado, cuando es una lacra de esta sociedad que sigue considerando a la mujer como una persona de segundo orden, que no es capaz de establecer los medios, la educación y las condiciones legales necesarias para combatir y erradicar la violencia de género. En esta sociedad capitalista unos pocos tienen el poder y el control de las grandes empresas y los bancos, y tiene también la característica de ser una sociedad patriarcal, en la que los hombres siguen teniendo el dominio y la prioridad sobre las mujeres. No es suficiente proclamar la igualdad. Los avances realizados se están demostrando insuficientes. Se necesita un gran cambio en las relaciones sociales y en las individuales. Se necesita la movilización y la conciencia social para prevenir, denunciar y generar la convicción de la mayoría de la sociedad de que cada asesinato de una mujer por su compañero o su marido es un asunto que nos concierne a todas/os. 12 de enero 2012
4 mujeres asesinadas. Sólo en los primeros diez días del año han sido asesinadas 4 mujeres por sus compañeros o maridos, 3 de ellas en Catalunya. En el 2011 fueron 60 las mujeres asesinadas. Si habláramos de gente muerta por actividades terroristas o por agentes del orden el escándalo sería mayúsculo. Las fuerzas políticas y sociales estarían movilizadas, los medios de comunicación llenarían los informativos con noticias al respecto, las más altas instituciones del país pondrían el grito en el cielo. Pero como se trata simplemente de mujeres, una nota de condolencia, como máximo un minuto de silencio, es la respuesta a esta lacra de violencia machista que nos rodea y que no hay manera de acabar con ella, ni siquiera de reducirla. Que haya tan poca sensibilidad a esta dolorosa situación se explica, entre otras razones, por la reacción de ciertos dirigentes políticos. Escuchamos a la ministra de Sanidad declarar que se trata de “violencia en el ámbito familiar”, para considerarlo una cuestión individual y no de los roles que existen en la sociedad. O al Conseller de la Generalitat catalana achacar los asesinatos a las reuniones familiares de Navidad. El Conseller Cleries declaró que “cuando hay épocas en las que la gente se encuentra más, las familias se ven más, se dan más hechos problemáticos”. No se trata de simples deslices sino del pensamiento mayoritario en ciertos sectores de la sociedad que consideran la violencia de género como un problema de individuos, como un problema privado, cuando es una lacra de esta sociedad que sigue considerando a la mujer como una persona de segundo orden, que no es capaz de establecer los medios, la educación y las condiciones legales necesarias para combatir y erradicar la violencia de género. En esta sociedad capitalista unos pocos tienen el poder y el control de las grandes empresas y los bancos, y tiene también la característica de ser una sociedad patriarcal, en la que los hombres siguen teniendo el dominio y la prioridad sobre las mujeres. No es suficiente proclamar la igualdad. Los avances realizados se están demostrando insuficientes. Se necesita un gran cambio en las relaciones sociales y en las individuales. Se necesita la movilización y la conciencia social para prevenir, denunciar y generar la convicción de la mayoría de la sociedad de que cada asesinato de una mujer por su compañero o su marido es un asunto que nos concierne a todas/os. 12 de enero 2012
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