Chantaje

Poderoso caballero es la Volkswagen. Macroempresa del automóvil que ha de limitar su capacidad de producción. Una de las importantes multinacionales en la globalización. Pretendiente a superviviente de la crisis. Persigue sustanciosos beneficios en el rendimiento del capital.

Chantaje puro y duro: VW informó, el miércoles en Alemania, al ministro español de Industria, Miguel Sebastián (PSOE), y al consejero catalán de Innovación, Josep Huguet (ERC), que los trabajadores de Seat debían congelarse el sueldo durante dos años al tiempo que las administraciones públicas habían de aumentar las ayudas previstas si se quería recibir el modelo Q3.

Su manera de lidiar la crisis es estrujar horas de trabajo, incrementar la productividad, eliminar horas y personal superfluo para bajar costes, saquear las cajas sociales (SS), aquí con los ERE’s; mandar de señor a vasallo a cualquier gobierno o sindicato con el que tenga que tratar.

Los gobiernos reciben a sus directivos con alfombra roja. Si pudieran bajo palio. Las y los líderes alemanes, españoles, y los catalanes, tiemblan y les quita el sueño los planes y las decisiones de este poderoso señor.

Como antaño en la corte del Zar, o de Japón y China, sus gobernadores vasallos no pueden negociar cara a cara, de iguales ni hablar; se ven obligados a hacerlo sin mirar al señor, con sugerencias y como quien mendiga limosna o caridad.

En la Seat de Barcelona (Martorell), después de miles de personas afectadas por las sucesivas reducciones, de vergonzosas capitulaciones de las direcciones sindicales, de que en la izquierda hicieran malabarismos para aguantar el chaparrón (“para salvar los puestos de trabajo restantes”), hay otra vuelta de tuerca. Lo dicho, chantaje.

¿De quién son estos gobiernos y estos partidos tan lacayunos y temerosos? ¿Por qué los gobiernos de izquierda y sus partidos, en casos así, no pueden ponerse junto a la gente trabajadora, plantar cara al señor y contribuir a movilizar a la gente trabajadora?