29/7/11

Neutralidad misógina de Javier Marías

La voluntaria ceguera intelectual se desnuda en el vergonzante artículo justificativo de Javier Marías, “Las cegueras voluntarias”. El escritor pretende ser neutral “sobre lo sucedido entre Dominique Strauss-Khan y una camarera o limpiadora…”.

A uno le saltan los ojos pues ¿a qué viene el “entre” y lo de “camarera o” limpiadora?

El conjunto del escrito, sus frases una tras otra, incluso sus preposiciones, son del todo ofensivas, dedicadas a ridiculizar en una victimización artificiosa con envoltorio literario, para nada riguroso, prudente e inteligente.

El literato ilustrado rezuma misoginia por todos sus poros y líneas. Le supera su ancestro patriarcal sexista dominante. El intelectual es más macho –ibérico y mundial- que objetivo y ponderado. Le delata y traiciona un verbo fácil y suelto tras toda una página de alertas y prevenciones contra la persona agredida (¿presunta?). Contra Mafissatou Diallo, la trabajadora limpiadora de hotel en cuyas prestaciones y contrato no entraba el de camarera sexual a disposición de la violencia de los crápulas que se acuestan con millones a costa de la miseria de pueblos y naciones.

La equiparación entre agresor y agredida la paladea el plumífero con la introducción de la duda sobre “lo sucedido entre”, como si hubiera algún atisbo de igualdad; es una duda pura y dura hacia la mujer (agredida, sí), pero una que excusa al hombre (agresor con violencia, sí) y la agresión perpetrada.

¿Agredió sexualmente, y no de forma igualitaria y pacífica, el todopoderoso crápula o quizás fue seducido con perversidad y alevosía?

Quizás Javier Marías pretende hacernos creer en su inocencia suprema en una justicia justa, en la palabra del hombre (o de los hombres) cuando hay tanta soberbia prepotente, tanto poder y millones de un lado y tantísimo poco de las dos cosas en el otro. Por cierto el uno masculino y la otra femenina.

La salida misógina del armario por parte de Javier Marías se inicia y finaliza con una hiriente presunta neutralidad.

Unas perlas de su tinta:… “señalaba lo absurdas e inverosímiles que resultaban las dos versiones…” “lo sucedido entre…”. “No tomaba partido por ninguno, no daba más crédito a uno que a otro, admitía que todo puede ser”.

Uno se rinde ante tanta exquisita magnanimidad. Por supuesto Javier Marías no puede dejar de incurrir en los más manidos tópicos de la masculinidad hegemónica –machista-: “Claro que se puede violar en y por cualquier parte a una mujer, siempre y cuando el violador tenga un arma o haya recurrido a una violencia previa que amedrente y paralice a la víctima y la haga obedecer”.

Se dice al lector (y lectora) aquello de “Cómo no ha habido sangre…”, “Cómo la mujer no se ha resistido suficiente”…, “¿Quizás el NO de la trabajadora era un SI seductor?” el cual provocó irremisible al inocente e intachable presidente del FMI, candidato in-pectore a la presidencia francesa por parte del PSF? ¡Ah! Además era amigo del insigne filosofo Bernard-Henri Lévy que lo ha defendido a ultranza. Camaradas de misoginia. ¿Es que el estatus de DSK le da derecho a pernada y en el hotel ya le suministran “camareras” en la habitación para que las asalte sin compasión?

Grotesco el ataque a las mujeres en general en las columnas del periódico con el barniz de “...hay una porción de la población femenina mundial a la que trae sin cuidado la verdad”. ¿Son también misóginos unos editores y directores tan permisivos con los hombres que no quieren (odian) a las mujeres? ¿De qué porción y de qué mundial?

Y a Javier Marías ¿qué le trae sin cuidado? ¿La honra y el trabajo de la mujer limpiadora por un sueldo más que ajustado y modesto o el prestigio del poder político y económico del hombre maltratador y agresor sexual?

Esta ceguera voluntaria y fanática… es grave… más grave aún me parece (cuando hay) sólo diferentes sexos”, sigue Marías. El enfrentar así a las mujeres contra los hombres es el lapsus de inversión freudiana del ataque, misógino, contra las mujeres.

Termina este libelo panfletario con una amalgama de la peor ralea al victimizar a la víctima –otro elemento tópico recurrente- pues la trabajadora “no se escondió… limpió la habitación… habló por teléfono con su novio presidiario sobre el posible provecho de mantener su acusación de violación” (otra cosa que es mentira). ¿La acusación y el supuesto provecho tienen más importancia que la violación misma?

Javier Marías en su alegato exculpatorio de sí mismo, no descarta ni la culpabilidad del agresor, ni descarta que haya un falso testimonio de la víctima.

¿Misoginia “ni ni”?

Suerte que la ilustración de Sonia Pulido es la imagen que vale más que mil palabras misóginas al señalar inapelable al mentiroso (hombre agresor) DSK.

2 comentarios:

  1. Qué forma tan ruin de tergiversar lo que quien escribe quiere decir, y lo que entendemos muchos. La mayoría.
    Es, quien escribe lo que escribe contra Javier Marías, quien se deja llevar por la misandria o por la androfobia. Toda la razón la tiene la mujer por el hecho de serlo. El hombre es malo desde que nace…….
    No lleva Vd. razón. Lo que dijo Marías fue un calco de lo que pensamos muchas personas, al margen de nuestra condición de mujer o de hombre.
    Destile toda su bilis antes de escribir, porque así, sólo estará siempre donde está ahora. En un lugar perdido de la red al que se llega por pura y desagradable casualidad.
    Saludos desde Granada.-

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  2. Granadino, delsur, la ruín misoginia es atacar y victimizar, y extender la duda sobre la mujer agredida para defender de soslayo al macho hombre agresor sexual. El hombre maltrata y agrede sexual y con elevada violencia a la mujer, hasta el asesinato, por ser hombre que se considera con el derecho de pernada y de dominio absoluto sobre la mujer, "su" mujer, educado y alimentado durante milenios por lo que se denomina patriarcado. El hombre para ser persona tendrá que superar esta masculinidad hegemónica tan gravosa para las mujeres, para la humanidad entera, y por supuesto para el propio hombre.

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