El sujeto político y jurídico de soberanía que proclamó la
Declaración de soberanía del Parlamento catalán vuelve a ser una moneda de
cambio entre los poderes de Cataluña y los del Estado español. Para los
representantes políticos de este poder la voluntad de la ciudadanía y del
pueblo es un elemento secundario.
La prioridad es el dinero, es decir el euro. Sobre todo el
que tenga que ver con los grandes asuntos financieros, comerciales e
industriales. Los grandes poderes financieros y políticos catalanes quieren
unos presupuestos de 2013 con unos recortes sostenibles que eviten el estallido
y revuelta popular, sobre todo que CiU frene su caída popular electoral y evite
quedar fagocitada con un sorpasso de ERC.
Si el gobierno del Estado con el PP insinua la posibilidad y
pudiera ofrecer algo de aceite para lubricar el estamento financiero y
administrativo autonómico catalán, los prohombres catalanes se aprestan a
considerar muy lejanas y descabelladas las demandas de la manifestación del 11
de septiembre de 2012 ("Libertad, Independencia, Nuevo Estado de
Europa").
Los tradicionales, ilustres y bien alimentados apellidos de
los patricios catalanes, son devotos de sus bolsas y negocios, temen como la
peste la libertad y la revuelta popular. Mientras pueden negocian y hacen
pactos nacionales de país con la parte trabajadora. No les gusta la codicia del
Estado, pero si tienen que escoger entre el Estado con sus señores unionistas y
la gente trabajadora de Cataluña, la historia muestra hasta ahora que la opción
preferente es el pacto de sumisión al Estado español.
El espejismo está en superar el actual techo del déficit
autonómico del 0,7 % hasta un 2 %, o al menos a 1,5 %. En la medida que Rajoy
insinúa la disposición a negociarlo la Generalitat ha ordenado el viraje. La
prioridad es aprobar el Presupuesto de 2013 y sin esto argumentan que no puede
haber Consulta. Recortes pactados con ERC, Déficit pactado con el gobierno del Estado
y el PP. En eso está concentrado el fondo y el dilema de la política catalana.
¿Quién puede romper este dilema es la voluntad popular. En
primer lugar con el ejercicio de la Consulta para decidir. Hay que aprender que
la Asamblea de Cataluña de los años '70 comenzó con la defensa del derecho a la
autodeterminación para finalizar con un Estatuto de Autonomía de Estado
monárquico unionista.
En España se necesitan diferentes procesos constituyentes
complementarios, de ayuda mutua desde soberanías en igualdad, para liberarse de
la incompetencia, el parasitismo y corrupción del Estado monárquico.
Rebeldía, Insumisión, Alternativa, son ingredientes para un proceso
constituyente con el que se empodere la población.
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