Madrid. |
El escarnio - escrache se convierte en una forma de denuncia
contra aquellas personas que sus decisiones provocan efectos que son daños a la
población y a otras personas. El escrache fue acotado por la PAH como una
fórmula de manifestación y expresión pacífica, donde se denuncia a una persona en
su domicilio, haciendo saber a su vecindad que su actuación profesional es
negativa para otras personas y para la sociedad.
La reacción ha sido virulenta. Desde las normativas policíacas
para impedirlo, las equiparaciones de nazismo desde el gobierno del Estado, las
alertas a los derechos inviolables individuales de las personas responsables y de
las terceras de las familias; hasta Felipe González que defiende los derechos de
los niños inocentes de las acciones de sus padres. Desde las autoridades y medios
se emplea la expresión de acoso y de violencia para intentar romper el potente apoyo
popular a la PAH y a la resistencia pacífica que practica.
Comisión de Triana, Sevilla. |
La hipocresía y doble moral impregna la crítica a la PAH concentrada
en los escarnios. Los derechos son inviolables para los niños y niñas, las
familias y la vida particular del responsable de un desahucio, o de quien puede
hacer decisiones políticas que impidan expulsar de su casa a miles de familias y
condenarla a la calle, pero estos derechos no son igualmente inviolables para las
víctimas, también personas, hijos e hijas, y familias víctimas de esta barbarie
cotidiana.
La PAH a abierto nuevos caminos de lucha por una causa lacerante
y bien justa. Bienvenido sea también el nuevo tipo de movilización que se
practica con el nombre de escrache - escarnio.
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