Estamos en una situación "grave y excepcional" "de emergencia y supervivencia", "lo que está en juego no es el gobierno, lo que está en juego es el país". Así resumió el presidente Artur Mas de CiU los tres meses de gobierno en que se ha desvanecido la iniciativa política surgida de las elecciones, con el pacto entre CiU y ERC para la transición nacional, la Declaración de soberanía del Parlamento y la decisión de hacer la Consulta tabú sobre Cataluña.
Mas fracasó con el gobierno de CiU que sucedió a la quiebra de
la experiencia gubernamental de las izquierdas tripartitas. CiU y Mas no han
superado los 100 días de un gobierno castigado en las urnas, que ve cada día
que pasa como se erosiona su base social, fruto de ser golpeada por los
recortes. El vértigo político les enturbia el entendimiento. Los cementos
convergentes sufren de aluminosis. La petición de CiU hacia ERC y PSC para un
gobierno de concentración cae en tierra yerma. La cumbre anticorrupción ha sido
un fantasma sin credibilidad, pues lo impulsan y apadrinan los compañeros de
recortes y negocios de próceres como Millet y ahora Oriol Pujol.
La crisis económica, la corrupción, el déficit fiscal con la
tenaza de la Deuda, los presupuestos de la Generalitat, la política de recortes
que genera menos industria y más miseria, la negociación con el gobierno del Estado,
la realización de la consulta, las mareas. Estas son las claves de la pesadilla
y las nubes negras que alertan de la grave tempestad.
Los objetivos que el presidente presentó buscando la
colaboración de ERC y PSC, se pueden concentrar en dos:
a) hacer la consulta para decidir sobre Cataluña; según la
ciudadanía movilizada el 11 de septiembre, en el imaginario popular dice
"independencia, nuevo Estado de Europa". Para la consulta se pueden
hacer las negociaciones adecuadas con el gobierno del estado sobre legalidades,
legitimidades y soberanías, pero que sea la ciudadanía quien decida y se
convierta el resultado en vinculante;
b) decidir sobre las políticas económicas y presupuestos. Conviene
decir sobre alternativas a los recortes, a la corrupción, a la fiscalidad
respecto al Estado y a las grandes fortunas y finanzas catalanas, los servicios
y derechos públicos.
Para conseguirlo es necesario movilizar las conciencias y la
sociedad desde cada lugar y sector social del territorio. O hay un Acuerdo (Entesa)
de confluencia entre las mareas, entidades, sindicatos, partidos, o el
Parlamento y las negociaciones quedan flotando sin la fuerza necesaria para
lograr las necesidades populares.
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