El discurso del nuevo Rey, y Jefe de Estado, traza unas líneas generales de lo que podemos considerar política estratégica del Estado del Reino de España. Lo más elocuente es que no apunta ninguna idea o posibilidad para enfocar los dos problemas más acuciantes existentes: a) La crisis económica que destruye el trabajo y las necesidades sociales incluso de supervivencia; b) la crisis del Estado con la negativa a la Consulta y al derecho a decidir que quiere ejercer Catalunya, impulsada por el anhelo de la mayoría amplia de la población. Lo que esboza Felipe VI, sostenido por el gobierno del PP con el apoyo del PSOE, es la inmovilidad de la Constitución de 1978, con la negativa a ninguna reforma, ni a las señaladas por Rubalcaba para la decisión de todos los españoles que neutralizara la consulta catalana. España es una gran nación, con una legua oficial que es el castellano, de cuya unidad del Estado el garante es la Corona, donde entre los españoles pueden ser plurales y caben todos, siempre que no sean republicanos ni sólo catalanes. CCOO ha tenido que protestar de la insensibilidad social.
Como resumen el rey supura lejanía de la realidad,
inmovilidad constitucional e involución política, además de una penuria
intelectual lamentable.
En la Carta de La Aurora se trata el nuevo ciclo visto desde
un breve análisis del discurso real.

Como no podía ser de otra manera, los dirigentes del IBEX 35 y los aparatos del Estado se ponen detrás de Felipe VI como un intento para salvar al régimen. La propaganda y los medios de comunicación pueden presentarlo como normalidad, pueden incluso hacer creer que el cambio monárquico refuerza el régimen, pero la realidad es que se agarran a él porque no tienen otra posibilidad y les aterra otro tipo de cambio, por ejemplo una república que reconozca los derechos sociales y nacionales de los pueblos de España, que cambie el poder de unos cuantos banqueros y empresarios por el poder del pueblo. Si por arriba todo es continuidad, por abajo, por la movilización social, por las expresiones políticas de las izquierdas, parecen vislumbrarse cambios interesantes. Las manifestaciones pro republicanas han sido importantes, aunque no han logrado mantener su continuidad. Las convocatorias unitarias han vuelto a demostrar que es el camino a seguir. Aumenta la conciencia de que mediante la lucha, aunque sea dura, es posible empezar a cambiar las cosas. En Barcelona, se está desarrollando un interesante proceso político –Guanyem Barcelona (Ganemos Barcelona)- por el cual en torno a la figura de Ada Colau se está configurando un proceso de confluencia política de las izquierdas para arrebatar el ayuntamiento de Barcelona a la derecha. Es un ejemplo, como hay otros, que si se extienden podrían generar la ilusión y los objetivos para derrotar a la derecha en las elecciones municipales. ¿Y por qué no recordar el 14 de abril de 1931? 25 de junio de 2014.
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