Ilustración de Max. |
El apocalipsis conjurado en la imagen de la posibilidad de
la ruptura del euro concita pasiones desatadas y algunas verdades como puños,
la situación es muy grave.
La presión sobre España "no es sostenible en el tiempo"
indica el ministro de Economía, Luis de Guindos, con un imposible mensaje de
tranquilidad, cuando el alud del rescate financiero se difumina en el pozo sin
fondo de la crisis de Bankia y otros bancos, con la prima de riesgo por encima
de los 550 puntos básicos y la bolsa en caída. "El destino de la UE se
juega en estos días, quizás en estas horas", pone gasolina García Margallo.
“Hay pocos días para actuar”, "Rajoy tiene razón al pedir al BCE que
actúe", apostilla el secretario general del PSOE, Rubalcaba.
Grecia les hace temblar el pulso a los poderosos
financieros. En la mente les viene todo tipo de castigos si gana Syriza. Con la
variante que el sesgo esta vez contrarrevolucionario imprime en Egipto con el
golpe de estado del Tribunal Supremo y el Ejército al Parlamento y el proceso democratizante.
La zona euro no soporta el dictado del capital financiero
europeo, del BCE y de Alemania. Austeridad de recortes en servicios e
inversiones públicas, destrucción de empleo, disciplina monetaria enjuagando una
deuda sin credibilidad. No se evita la inflación y aún menos la superación de
la crisis.
La cuestión en política económica no reside en si estalla el
euro o no, en si se colonizan dos tercios de Europa bajo una égida eurofinanciera
del BCE con Alemania y algunos Estados más ricos, si se sale o no del euro, sino
en si se opera un cambio en las políticas enfocadas a los servicios y al
trabajo, es decir, se pone al sector financiero y la Banca, incluido el servicio
de la deuda, en función del conjunto de la población europea o de les Estados
europeos.
Syriza empieza a proponer otra política económica.
En España no es sostenible un gobierno incapaz ni una
oposición enfangada en los intereses generales españoles que resultan más
próximos a los de Botín que a las millones de personas en el paro, o a las que
se condena a seguir esa vía, y a las que se les rebaja el sueldo y las
condiciones de vida de todo tipo.
Necesitamos condicionar el dinero que haya. El del BCE, el
de los bolsillos potentes, y el que se va veloz en desbandada sin ninguna mala
conciencia patriótica. Es hora de promover un referéndum sobre el rescate. Es
hora de una auditoría sobre la deuda. Es hora para una banca pública.
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