Ruptura democrática del Reino de España o continuidad de la Monarquía borbónica amparada en la Constitución de 1978. La resolución de este dilema necesita de amplias alianzas entre los distintos procesos constituyentes en los pueblos y naciones existentes en el Estado. La consulta catalana muestra el eslabón más débil de la corona española. Otro eslabón está en las demandas sociales con una política económica útil para la inmensa mayoría de la población. El movimiento republicano para ser masivo y hegemónico tiene que aprender de los avances y de los fracasos de la importante experiencia de la II República. Adjunto la Carta de La Aurora:
14 de abril, República y Socialismo. Tras una larga agonía,
el régimen de la primera restauración borbónica –corroído por la crisis
económica de 1929, el caciquismo, la corrupción y las consecuencias de la
guerra de Marruecos- se hundió ante la victoria en las elecciones municipales
del 14 de abril de 1931 de la alianza republicano-socialista.
Los intentos de modernización del país, de llevar a cabo las cinco tareas de la
revolución democrática resumidas por Joaquín Maurín: la reforma de la administración
pública, del ejercito, la separación de la iglesia y el estado, la reforma
agraria y la cuestión social, tropezaron con la movilización masiva de la
derecha reaccionaria que, ante la parálisis de las fuerzas republicanas, se
haría con el gobierno en el llamado “bienio negro” de 1933-35.
La revolución de octubre de 1934, a pesar de su fracaso y feroz represión,
consiguió frenar esa ofensiva derechista y su evolución hacia el fascismo y
poner las bases de la victoria del Frente Popular en las elecciones de febrero
de 1936.
El intento parcialmente fallido de golpe de estado militar de julio de 1936
provocó la Guerra Civil y la imposición de 40 años de Dictadura, cuyas secuelas
aún sufrimos.
Este 14 de abril del 2014 nos encontramos ante la crisis abierta de la segunda
restauración borbónica, del régimen de la Constitución de 1978 –reformada en
2011 a favor de los acreedores de la deuda pública en su art. 135- en una
agonía que se expresa en las terribles consecuencias sociales de una crisis
económica que dura ya seis años.
Con 26% de parados, más del 50% de los jóvenes, con una cuarta parte de la
población viviendo en la pobreza y otro tanto en el umbral de caer en la misma,
con una crisis territorial sin precedentes que refleja la incapacidad doble del
régimen monárquico de financiar el estado de bienestar y respetar el derecho a
decidir de los pueblos, con una ofensiva de la derecha reaccionaria contra los
derechos laborales, el aborto, los emigrantes y las libertades de reunión y
expresión….
Como al final de la Dictadura, el eje de polarización se va concretando entre
quienes quieren reformar la Constitución de 1978 para que no cambie nada -y
salvar a la Monarquía-, y quienes defienden, a partir de los movimientos
sociales, la ruptura y el inició de diferentes procesos constituyentes que
permitan el ejercicio del derecho a decidir del conjunto de los pueblos del
Reino de España.
Esa polarización tiene hoy una doble expresión: la consulta al pueblo de
Catalunya sobre si quiere constituirse en estado en el ejercicio de su
soberanía, y la resistencia social contra las políticas de ajuste neoliberal
impuestas por el Gobierno del PP a las ordenes de la Troika.
Los avatares de la cuestión nacional y de la cuestión social, como en 1931,
determinarán los ritmos y la forma en la que será posible una refundación
constituyente de la convivencia republicana y socialista de los pueblos
ibéricos.
La III República se construye hoy desde la defensa del derecho a decidir de
catalanes, vascos y gallegos, en alianza con sus propios procesos
constituyentes republicanos y desde la resistencia a las políticas
neoliberales que nos empobrecen a todos.
¡República y Socialismo también en el siglo XXI!
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