ARPA -Ámbito de reflexión, participación y acción- nació
como un eco y una necesidad política de diversas componentes de partidos y
corrientes que hicieron causa común con dirigentes y afiliación no adscrita a los
partidos o corrientes existentes. Su base política fue impulsar la innovación y
el liderazgo político de EUiA entre la izquierda trabajadora sindicalista y la
juventud indignada quincemayista; ARPA consideraba necesario que EUiA ofreciera
respuesta política a las grandes movilizaciones y a la crisis y no quedara
limitada al estrecho marco parlamentarista de la coalición entre ICV-EUiA, o a
las servidumbres de una gestión gubernamental del gobierno tripartito en torno
al PSC, que obtuvieron la deserción de una parte vital de la base social y
votante. Otra bandera de ARPA fue señalar que la dirección de EUiA estaba
"mudita", desautorizada, superada u obsoleta, por lo cual tenía que
rehacerse en la orientación política y en los equipos con los nuevos valores
avanzados.
Otro rasgo distintivo de ARPA fue mostrar que no se querían acuerdos
cupulares, ni decisiones por arriba e impuestas a las y los de abajo, cosa que
se hizo extensiva a no querer tendencias ni corrientes que decidan y
disciplinen de arriba a abajo. Es decir, se pretendía decidir, empoderarse, de
manera que las colectividades y liderazgos fueran entre iguales y de abajo a
arriba, con el respeto y la libertad de movimientos y decisiones de cada
persona afiliada. ARPA también expresó que la afiliación y las asambleas
querían ser escuchadas, compartir y decidir de forma soberana.
Estos valores básicos y anhelos, que beben del 15 M, han
entroncado con un clamor de fondo en la afiliación, con la virtud de quedar
vinculados en el espíritu, normas y orientación política de la sexta asamblea.
Ahora son elemento constitutivo y patrimonio del conjunto de EUiA y superan a
cualquier concepción de una parte, incluida la propia ARPA.
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