El clamor feminista ha atronado
desde todas las gargantas en las calles. Un rechazo de profunda rabia contra la
sentencia exculpatoria de violación ha indignado la conciencia popular.
Hermana, “yo te creo”. Con tu
violación nos violaron a todas. Con la sentencia la justicia nos victimiza ante
la agresión y violación de los hombres. El tribunal nos hace responsables de
consentir o de no haberse resistido suficiente. Estos jueces fomentan que
además de sumisas no nos atrevamos a denunciar. Esta sentencia es sencillamente
inmoral e inaceptable en el s XXI.
Hermana, tu dolor es nuestro
dolor. Miles de mujeres están contigo, “Aquí está tu manada”. Tu dolor y tu
denuncia, desde estos nefastos Sanfermines de 2016, han propagado en cada vez
más numerosas conciencias el “NO es NO”, incluso “Sin un SÍ, es NO”, por
supuesto sin intimidación ni coacción ni violencia. Hermana, has conseguido que
se extiendan las actuaciones y protocolos de “Fiestas sin agresiones
machistas”.
La agresión ancestral contra las
mujeres, la impunidad de los hombres, se vive en esta justificación del dominio
masculino que representa negar la violación para rebajarla al abuso. El
tribunal con suma desfachatez y soberbia no advierte ni intimidación ni
violencia a nuestra hermana. Este tribunal, estos jueces y este Código penal no
están preparados para juzgar con equidad y ser ecuánimes en las agresiones de
violencia de género. La indulgencia ante la agresión, o la defensa del tribunal
y de su decisión, establece un hilo indeleble de complicidades.
Un viernes por la tarde, una gran
cadena norteamericana de cafés tuvo que parar sus miles de tiendas para una
sesión formativa de su personal referente al racismo. La judicatura
española puede dedicar todo un seminario, máster incluidos si conviene, en formar
a sus señorías referente a una justicia con visión de género, para comprender
la discriminación y desigualdad fruto del sistema patriarcal.
Hermana, Me
Too (Yo también), las mujeres están contando las agresiones
sexuales y las demás violencias de género. Tus 18 años fueron violados por 5
hombres, desgraciadamente es un hecho demasiado normal en nuestra sociedad. Es
una agresión para mantener sometidas a las mujeres, a pesar de que se niega y
se cubra con una moral hipócrita. Esta sentencia lo demuestra: es un mensaje
perverso a los hombres de "puedes hacer lo que quieras con el cuerpo de
las mujeres, aunque no haya consentimiento, vosotros saldréis impunes”.
La justicia patriarcal cierra los
ojos y los oídos a los gritos de libertad de las mujeres. Con esta sentencia,
este tribunal y estos jueces atacan lo que anuncia la huelga feminista del 8 de
marzo. El mundo ha de cambiar en derechos y servicios universales, por supuesto
sin violencia de género, con la consecución de la igualdad real entre mujeres y
hombres.
La justicia y el aparato judicial
es una institución de un estado clasista, machista y androcéntrico. La
magistratura, el gobierno y el estado, son servidores y obedecen los intereses
de los grandes poderes económicos. La minoritaria clase burguesa dominante
sostiene y alimenta la moral y la vejación patriarcal. Una judicatura
democrática y equitativa, ha de defender libertades y derechos para las
mujeres. La justicia y los tribunales han de ser democráticos, populares y
feministas.
Las mujeres, con toda la sociedad
que defiende sus derechos, hemos de coordinar la maravilla del movimiento
generado, en cada pueblecito, barrio y ciudad, de la huelga feminista para dar
una lección a este tribunal y su justicia patriarcal.
Con razón desde las voces feministas se está reclamando la inhabilitación de
los jueces del tribunal sobre la manada, incluso el cambio del Código penal.
Nada puede quedar igual desde la
irrupción de los delantales del 8M.
La sentencia ha de revisarse para
que la condena sea ejemplar por violación.
Transformemos la sentencia en un
clamor de Libertad. 1 de mayo de 2018
De la Carta
de La Aurora.
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