La intromisión de las distintas Iglesias en someter a la mujer, en especial la cristiana y católica, es ancestral en negarle su condición de persona, señalarla como objeto pecaminoso y dependiente del hombre (Génesis), incluso sin alma durante siglos. La acusación de brujas en la Santa Inquisición las condenaba a arder vivas en la hoguera como escarmiento de toda la comunidad. Eso para indicar sólo una muestra de las lindezas de los santos pensadores y de la misoginia de la jerarquía eclesiástica. La moral patriarcal y religiosa imperante extiende sus cadenas en el espíritu, la mente y el cuerpo femenino.
Es poco de extrañar que la respuesta de las mujeres sea
otorgarse la simbología de Lilith.
La irreverencia y profanación de la que han hecho gala
sendas acciones en la Catedral de Colonia, Alemania, o en Sabadell, son hechos
veniales e inofensivos, si los comparamos a la contrarreforma de la Ley
"aborto" del PP con Gallardón.
La religión y las creencias personales espirituales de este
tipo, sobrenaturales, no tendrían que seguir agraviando a las mujeres y negando
sus libertades individuales como ciudadanas de pleno derecho.
Otro ejemplo lo tenemos en las Pussi Riot.
Unas imágenes de la intromisión profanadora de Femen en la
Catedral de Colonia, esta Navidad 2013.
Otras imágenes de la acción por el derecho al aborto por parte de Justa Revolta en la Misa del Gallo en Sabadell.
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